Miércoles, 18 de octubre. Ahora otro miércoles era igual a otro día emocionante con el cual hablaría una vez más con Kevin. Sin embargo, hoy tenía que concentrarme en presentar un baile ante los directivos docentes de la jornada tarde.
En el tiempo de práctica, a punto de terminar debido a la hora de salida de todos los estudiantes, Kevin apareció hablando con algunos espectadores de los ensayos sin mirarme. Luego, salió por la otra puerta del colegio ignorando muy orgullosamente a todos los de mi curso que vestían el traje de cumbia tradicional de mi país.
Una vez sonó el timbre para salir, detuvimos los ensayos y nos dispusimos a almorzar. También presté mi cuaderno de Media Fortalecida para que Jireh se adelantara en una tarea. Ella le prestó mi cuaderno a la odiosa de Karen Julieth sin mi permiso, y aunque tuve muchas ganas de protestar, conservé mi calma y no lo hice. A ésta última la trataba bien, pero ella siempre me hacía una mala cara y, a veces, cuando podía me insultaba con una peor actitud que su rostro.
Antes de presentar nuestro baile a aquellos directivos docentes, duramos mucho tiempo esperando a que llegaran y se organizaran en sus asientos dentro del teatro. Claramente me había desilusionado al escuchar eso, pues pensé que bailaríamos ante todos los chicos y chicas de la tarde. Unas pocas semanas atrás, había visto bailar una cumbia a 1102 de la tarde en su horario, y no fue nada estupendo; algo muy simple hasta para unos novatos iniciando el mundo de la danza. Entonces, me engañé al querer demostrar el talento impresionante de mi curso con otra cumbia de más sabor y alegría.
Mientras esperaba la hora en que debía bailar ante los directivos docentes, fui a donde el chico de la cafetería para olvidar mi falsa ilusión. Era obvio que él halagara mi belleza en esos momentos, pues además de mi vestuario de cumbia, mi cabello estaba recogido en forma de bollito con una flor grande al lado, y tenía mis labios más pintados que de costumbre con mi labial fucsia.
Pensaba decirle a aquel chico sobre mi reciente cumpleaños (el 16 de octubre) y que ahora tenía orgullosamente 17. Sin embargo, se me olvidó por estar hablando de otras cosas sin importancia. Fue en ese entonces que estaban entrando al teatro para presentar el baile y, apenas me di cuenta, unos chicos fastidiosos de mi curso empezaron a molestarme con el de la cafetería, además de regañarme innecesariamente de mi tardanza para ingresar al auditorio. Me despedí de él y me dirigí a bailar.
Luego de presentar la cumbia, tuvimos clases de Media Fortalecida. Soporté una vez más aquellas clases que me estaban cansando cada día un poco más, tanto que no sabría hasta cuando resistir. Las únicas ganas que tenía era ver a Kevin y a sus amigos para ignorar el estrés de la rutina escolar. Cuando inició el tiempo de recreo estaba ilusionada de verlo y, como «el que vive de ilusiones muere de la realidad», morí de tristeza y desilusión al no verlo y buscarlo como loca por todo el colegio.
A punto de sentarme a escribir una canción de desamor, alcancé a ver a las amigas de Kevin hablando y riendo; no obstante, y era cierto, él no estaba. Por lo tanto, me desanimé y no quise ir a donde ellas, —¿para qué ir si no está él? —me dije a mí misma ignorándolas y sentándome en las gradas de asfalto al frente de la cafetería. Sabía que el chico de la cafetería estaba ocupado y prefería no molestarlo en su trabajo. Más bien, seguí en mi idea anterior de recuperar algo del perdido trabajo personal de mis sueños:
No sé si creer en ti.
Dices que no todos son así,
Pero hoy actuaste como ellos.
No me duele que no me quieras,
Me duele que me mientas.
Aún me acuerdo,
Fue hace mucho tiempo,
Dijiste que no todos los hombres
Son mentirosos y engañosos.
No sé si creer en ti.
Te alejaste de mí,
sólo quería compañía de verdad.
Quise estar contigo
Para no estar sola,
Para no perjudicarte no, no, no…
Ahora salgo mal entre todos,
No soy una cualquiera,
Repito, no lo soy no, no, no…
Cuando terminaba de completar mis últimos versos volteé a ver al chico de la cafetería que estaba ocupado atendiendo. Sonreí al acordarme de las veces que había hablado con él, aquella personita que no había visto antes en todo el año transcurrido, y quizás haya sido una pena no haberlo descubierto un poco antes. Sin embargo, cambié mi tristeza a una alegría inmensa de descubrir, aun así, por poco tiempo a alguien especial:
Hablar contigo es muy especial,
Siempre me siento bien,
Eso es lo que siempre quise,
Tener a alguien para hablar.
Tus ojos me hipnotizan,
No me puedo ir si no me lo permites.
Eres, eres, eres increíble,
Detrás de esas conversaciones
Se esconde un gusto secreto,
Por eso me gusta hablarte,
Creo que te quiero.
Me gusta la manera en que me hablas,
Eres como un príncipe en un cuento de hadas,
No entiendo por qué no te vi antes,
Seguro que nos hubiéramos conocido mejor,
Te conocí a final de año,
Cuando yo me voy.
Mi apocalipsis pronto ocurrirá,
Dices que también te vas,
Espero que nos volvamos a ver un día,
Eres genial y siempre tendré dentro,
En mis recuerdos por siempre.