Viernes, 20 de octubre. Otra vez logré entrar al colegio antes de que me cerraran la puerta, vi a mis compañeros y a Kevin por ahí cerca. Llegué y saludé a mis compañeros como de costumbre tratando de ser amigable, justo estaban en el grupito los que me caían bien.
Al menos, este día tenía más ganas de preguntarle y la situación daba la oportunidad de hacerlo ya que había venido. Sin embargo, andaba preocupada porque tal vez me iba a demorar en el tiempo de descanso presentando avances del proyecto de grado a la coordinadora académica. Igualmente tocaba ensayar un baile con el curso, así que hoy no parecía ser el día indicado. De pronto, Josué que también iba a presentar algo del proyecto, me dijo antes del recreo que la coordinadora no iba a estar en descanso sino a las dos últimas horas. Eso me alegró por el momento, iba a poder hablar con Kevin. Definitivamente, ahora sí era mi día.
Al momento del descanso, mi amiga Carol como siempre me esperaba, fuimos a ver a su chico. No me sentía bien, no quería estar con ella espiando a su chico, quería hablar con Kevin. Pasó el tiempo y peor estaba, sentía que mi vida se acababa en ese momento. Entonces fuimos a buscar a Kevin. Él estaba hablando en el lugar de las banderas, en los escalones con una amiga que justo, el jueves la saludé de beso sin saber quién era, —tan confiada que fui ¡qué pena!
En ese momento él estaba de espaldas y Carol empezó a tener miedo, y me contó lo que ocurría mientras daba la espalda a la situación.
—Kevin se paró ¡ay Dios! Se acerca, se sentó con otras chicas.
Volteé a mirar y una de ellas era Diany, una amiga de mi mejor amiga Daniela que la seguía extrañando desde que perdió el año. Me sentí más relajada, era un ambiente más familiar y no tan desconocido, aunque poco hablaba con ella.
Le pedí a Carol que me echara la bendición, pues cuando íbamos a hacer algo arriesgado nos bendecíamos para que nos fuera bien. Yo también la bendecí para que no tuviera sorpresas con su chico.
Sentí miedo, no lo podía creer. Carol me dijo que no me demorara pues no quería estar sola, le dije que sí por nervios, aunque la verdad me iba a demorar más de lo esperado. Como sea, fui y me acerqué a ellos.
—Hola —dije.
—Hola —dijeron Kevin y Diany. La otra chica no notó mi presencia. Vi a Kevin y él me vio al fin, pocas veces me miraba, así que fue especial.
—Oye Kevin ¿estás ocupado?
—No, para nada —respondió él muy relajado sosteniendo en su mano un guante rojo.
—¿Puedo hablar contigo a solas en otro lugar?
—¿Por qué no aquí? ¿Dónde?
—Mmm no sé —me dio pena decirle que arriba en el segundo piso. Me resigné, igualmente era un buen sitio, sólo que me incomodaría que ellas me escucharan hablar con él.
—Te puedes sentar acá ¿quieres?
—Bueno, espero que quepa ahí —dije pensando si podía caber en ese espacio reducido por otros estudiantes sentados. Además, pensaba en las cosas que cargaba, pues siempre llevaba una maleta grande y pesada, y una maqueta que justo ese día me tocó llevar. Después de eso empecé a preguntar.
—¿Por qué no viniste el miércoles?
—Estaba enfermo.
—Sí, noté que no viniste. Pero ¿sabes? Tampoco vi a tus amigas. Ese día salí tarde al descanso y sólo las vi cuando ya se había acabado.
—Assh, qué mal. Bueno, sigue preguntando.
—Mmm… —me puse nerviosa—. Es que últimamente me da pena hablar contigo no sé por qué, ¿te acuerdas lo que pasó el miércoles pasado cuando estuvimos con unas chicas?
—No. Ah ya, sí, me acuerdo.
—Mmm. ¿Es cierto que te gusto?
—No, la verdad no. Sólo lo dije por joder, por molestar ese día que estaban ellas.
—Ah ok, por eso no dije nada —dije de forma relajada. Pero después me pregunté a mí misma —¿qué pasó? No debí haberle dicho eso, qué mal, ahora pensará que le iba a decir algo. Espero que no, porque a decir verdad no me gusta —permanecí en ese instante sin decir nada, ya había hecho la pregunta que me tenía loca y confundida hace días. Al fin estaba satisfecha, aunque no tanto.
—¿Y qué más me vas a preguntar? ¿Tienes algo más para preguntarme?