Mi vida intentando ser social

CAPÍTULO XXI David Esteban C.

Lunes, 06 de noviembre. Estaba pensando en los días que transcurrían, debía aprovecharlos y empezar a hablar con personas nuevas. Sin embargo, no conocía a nadie, no me sentía segura de intentarlo con personas que fueran similares a Kevin y eso no lo podía soportar más. Sentía que mi intuición no acertaba en lo que era, pero no me rendiría, eso nunca era lo mío.

Por cosas de la vida ese día me tocó Media Fortalecida, pero como los estudiantes de la tarde entraban más tarde, los profesores estuvieron relajados y nos dejaron descansar más tiempo del almuerzo. Como ya había hecho mi objetivo de comer, pensé que no sería mala idea visitar al chico de la cafetería.

Aún me acordaba de esa calidez especial que me ofrecía. Además, el sábado 28 del pasado mes mientras estaba en el teatro ensayando las medidas del traje de grado, lo vi de reojo pasando un almuerzo a una persona encargada de medir los trajes, y cuando lo dejó en la mesa, pasó por mi lado tocando con sus dedos la parte de atrás de mi cuello y me dio escalofrío. Lo volteé a mirar y sonriente salió del teatro sin mirarme, como si nada hubiera pasado.

Me quedé pensando en eso mientras lo veía tan ocupado atendiendo, así que esperé cualquier momento libre para ir a saludarlo y comprar chicles. De pronto, me paré del lugar de la rotonda donde estaba, volteé a mirar hacia atrás donde estaban mis compañeros, vi a un chico en particular que lo recordaba y me sorprendió verlo en ese momento, —¡el chico de décimo de la tarde! ¿No se suponía que tenía que estar más tarde acá? Seguro se le olvidó que tenía que estar después —dije dentro de mí sonriendo, era mucha coincidencia que él estuviera temprano y no otro, sino él, sólo él porque no vi a otro u otra estudiante de la tarde por ahí.

No obstante, no olvidé mis planes y fui a la cafetería sin dejar de mirar al chico de décimo. Saludé al de la cafetería y le pregunté si podía ayudarme a responder una encuesta para un libro. Desafortunadamente me dijo que no porque tenía que estar trabajando, pero insistí preguntándole si tenía Facebook y de nada valió porque no tenía. Me frustré un poco, esperaba algo más cálido por parte de él. Me fui después de recibir mis chicles porque no tenía nada que hacer ahí si la persona que solicitaba estaba ocupada y no podía responder a mi interés.

Cuando volteé a mirar otra vez, el chico de décimo de la tarde ya se había sentado en el pequeño muro del pasillo de la rotonda y el lugar de estacionamiento de las bicicletas. De pronto, me quedé pensando si era buena idea hacerle la encuesta. Estaba claro que era el momento perfecto para hacerlo por el tiempo, pero me alcanzaba a gustar y temía temblar cuando le hablara, pero no iba a dejar pasar la oportunidad.

Fui a donde mi compañera Yomary y por cosa rara quise decirle de lo que pensaba hacer. Cuando le dije, ella me dijo «no tiene amigos», pero le dije que no me importaba, la encuesta también estaba dirigida a las personitas que no fueran tan sociables como yo. Luego de decir esto, me fui a donde el chico, no sin antes pasar de largo hasta la puerta de entrada y salida del colegio, y después devolverme con nervios hacia este misterioso chico.

Apenas lo vi de cerca, mis ojos contemplaron ese rostro tan hermoso y angelical que me hacían recordar a Emmanuel, pero como él no lo era, proseguí con mi saludo e introducción de la encuesta.

David Esteban nació el 29 de agosto, tiene 18 años. Vive con su padre de 50 años, madre de 50, y su hermano de 10.

—¿Cómo es tu convivencia en el hogar? Califícate del 1 al 10.

—Bien. 8.

—¿Cómo te sientes en tu hogar? Califícate del 1 al 10.

—Bien. 8.

—¿Quiénes de tu familia que viven contigo trabajan?

—Mamá y papá.

—¿En tu casa son súper conservadores o te dejan salir a disfrutar de tu vida? Califícate del 1 al 10.

—Más o menos. 5.

—¿Qué te pones a hacer cuando llegas a tu casa?

—Revisar el celular y organizar mi cuarto.

—Ahora sobre el colegio. ¿Cómo es tu convivencia en el colegio? Califícate del 1 al 10.