Martes, 05 de diciembre. Al fin llegó el día, la fiesta de la promoción, lo más esperado llegó. Mi madre me ayudó a maquillar, aunque estaba incómoda, en ese tiempo usaba poco maquillaje, es decir, solo me pintaba los labios. Nada de pestañas, cejas, pómulos ni otras cosas que las mujeres normalmente se retocan. Me puse mi hermoso vestido azul y salí de mi casa con mi madre, no sin antes ponerme mi abrigo de color beige para no volverme morada del frío.
Cuando llegué, la mayoría notó mi presencia y lo hermosa que estaba. Sin embargo, no se sorprendieron, pues todos estaban elegantes y con ganas de impresionar al mundo. No saludé al principio a nadie de beso, el maquillaje me lo impedía. Luego, los profesores saludaron al grupo de chicas que estaban conmigo y viendo a todos los estudiantes presentes, estaban asombrados de vernos de manera distinta al uniforme que siempre llevábamos.
Tiempo después vi a Jireh, estaba linda, aunque siguiera usando esas gafas que a ella tanto le fastidiaban. Ella, sus amigos, y todos los estudiantes y profesores fuimos al auditorio y vimos el video de la promoción. En el video aparecí muchas veces ya que desde preescolar estaba allí. Algunas fotos me recordaron momentos alegres y otras no tanto, como, por ejemplo, una en donde apareció mi antigua enemiga María Fernanda; fue horrible y espantoso ver su cara del demonio.
Luego de que nos sacaran del auditorio, gracias a Jireh, pude sentarme con su grupito de amigos a comer sin estar sola en las mesas elegantes, ubicadas en los pasillos de los salones del primer piso. La profe Eleida, que nos enseñó cálculo al final en Media Fortalecida, también nos acompañó ya que no había mesas reservadas para los profesores.
—Anyuli, ¿cómo vas con tu libro?
—Sí, bien profe.
—Te lo ayudo a editar, en la dedicatoria coloca “dedicado a Eleida”
—Bueno, profe —le respondí entre risas, a la vez ella por el comentario tan chistoso que hizo.
Estuvimos comiendo y descansando media hora antes de ir a la fiesta. Mientras comíamos, la profe se quejó de que una parte del plato que nos sirvieron estaba crudo el pollo. Afortunadamente, a mí no me salió de esa manera y pude comerme todo el plato sin esa costumbre de demorarme. Ella y Jeimy dejaron un poco de comida. La profe, viendo que mi plato estaba vacío, puso su plato con el poco de comida que dejó, sobre el mío para no seguir recibiendo el olor desagradable del pollo. Por suerte, no me molestó en absoluto, ni le reclamé ya que no alcanzaba a fastidiarme.
En un instante, bajó del segundo piso por las escaleras, la coordinadora académica Esperanza en compañía de otras profesoras que parecían ser las reinas del colegio y de la fiesta. Por desgracia para ellas y risa para mí, no les sirvió de mucho su gran entrada porque no tenían ninguna mesa reservada exclusivamente para ellas, y apenas, se quedaron mirando el paisaje tan hermoso de todas las mesas y sillas ocupadas por los anfitriones reales: los estudiantes de décimo y once.
En el momento que entré en el teatro, el lugar de la fiesta, ya había muchas personas dentro y bailando. Entré con Jireh y su amiga Angie acompañándolas intentando no estar sola en ese momento tan incómodo de la fiesta. Me reuní en un círculo donde había muchos estudiantes viendo a los chicos afro dando sus mejores pasos de salsa choque. Cuando se dispersó el círculo y se reunieron en parejas, me sentí peor de incómoda y me fui al rincón del confort, donde supuestamente no estaría tan mal, pero por sorpresa, el dj sacaba humo y las chicas que estaban ahí, les tocaba retirarse, incluida yo.
Noté que unos chicos estaban al otro lado del auditorio sin pareja, aproveché a irme para allá si por casualidad me invitaban a bailar. Sin embargo, eso no ocurrió y me sentí indignada —¿cómo que yo tan bien arreglada, bonita y vestida para la ocasión, nadie me saca a bailar? —Como sea, no iba a dejar aburrirme, tomé valor para invitar a un chico, creo que era uno de 1103 que estaba atrás mío, aceptó bailar conmigo.
Bailamos toda una ronda de canciones, como cinco del mismo género. Así que cuando terminamos, estábamos muy cansados y salimos a tomar aire fresco afuera. Él salió primero y yo después a tomar gaseosa que regalaban los meseros del evento. Luego entré y me di cuenta de que ese chico estaba hablando con sus amigos, seguramente de mi baile con él. Algo que recordaré y me gustará de él, será su sonrisa, cuando lo miraba también sonriente cada vez que me daba la vuelta.
Descansé un buen rato viendo a todos bailar y enloquecer. Pasó el tiempo y me dieron ganas de bailar nuevamente y nadie se apuntaba a invitarme. Aproveché algunas veces y bailé cuando había círculos de personas, y en uno de ellos estaba Sol., Karen y Ángel. Por desgracia, no sé quién nos echó limonada, especialmente a mí. No tuve más remedio que medio secarme lo que podía, especialmente mi cabello y mis gafas.