Llegué a mi casa emocionada, pero triste ya que había conocido a una personita especial justo en el último día. Pero luego me acordé de que no era el último día que iba a ver a Favio. Así que cambié mi cara de nostálgica y melancólica a una cara mucho más alegre.
Una vez entré a la casa, encendí mi computador para ver mis nuevas notificaciones y mensajes de chat de Facebook. Desde hacía dos años empezaba a recibir mensajes de personas desconocidas una vez que publiqué una foto de mi perfil, así que era costumbre recibir mensajes de aquellos individuos. Sinceramente, poco me gustaba, no los conocía verdaderamente. Sin embargo, hacía todo lo posible para no hacerlos sentir mal.
Esta vez, al tener un amigo distinguido desde el colegio que me hablaba, ya todo no era tan aburrido como antes. Esta vez, Elian me mandó un mensaje poco usual que nadie, excepto mi amiga Daniela, me había pedido.
—«Oye... ¿Tu aceptas visita? ¿O bueno, tus padres aceptan visita?»
—Pues creo que si jejeje ¿por? ¿piensas ir a mi casa? —coloqué una carita de sorpresa.
—«Sí. Ir de visita».
Me encantaba la idea, pero no sabía si mis padres estaban de acuerdo con eso o no. Seguimos hablando y le dije lo que pasaría si iba a mi casa. Sinceramente, quería dar excusas. Aquel día lo tenía para descansar y además mi madre estaba cómoda en mi cuarto viendo televisión. Deseaba no interrumpirla.
—Es que estoy en pijama. ¿Ahorita mismo?
—«Sí. Sólo que no sé dónde vives».
—Pues no sé. Si vas a mi casa tendrás que hablar conmigo en voz bajita porque mis padres escuchan todo. Mi casa es grande, pero por los arriendos vivo en una alcancía.
—¿En una alcancía? Ni idea.
—Jajaja obvio no sabes. ¿Y para qué la visita?
—Jajaja porque sí. ¿O si quieres la dejemos para otro día?
—Mejor mañana, es que ahorita estoy cansada por la fiesta de la promoción.
—Ah verdad que fue hoy. Jajaja no me acordaba.
—Jajaja sí, y debes entender. Me hubiera gustado hoy, pero además mi madre está viendo televisión.
—Pues sí, dale. Me parece mejor mañana. Con eso también le avisas que voy.
—¿Seguro? mi mamá se lo toma enserio. Tienes que dar buena imagen. Además, ella desconfía mucho más de los de la tarde —le dije esto último acordándome de que mi madre y a otras personas no les cae bien los estudiantes de la jornada tarde. Al parecer, por ser vagos y delincuentes.
—«Sí, dale. O sea, todavía no le digas. Pero, pues yo me voy preparando psicológicamente».
—¿No le digo? Pues sí, quien sabe mañana pase algo y no puedas ir.
—«Tranquila. Bueno, dile».
—¿Le digo? ¿Al fin qué? jajaja.
—«Es que no sé, me dio miedo de que tu mamá sea muy seria. ¿Qué tal no le agrade?»
—Mi mamá es divertida. Veo que te pareces a mi amigo Walter, a diferencia de que él es vago. Jajaja no le tengas miedo. Eso no. Ella es más social.
—«¿Ah sí? En ese caso... ¡Pues dile de una vez! Que voy a las 2:00 pm».
—¿Ah enserio? Pues sí, ella es linda. Pero como te digo, si no vas... ahí llegó todo.
—«Pues voy. Eso sí... El futuro es incierto, así que no sé qué vaya a pasar mañana».
—Jajaja ¡el apocalipsis! Jajaja. Oye, ¿qué te parece mañana a las 9:00 am? Salgo a esa hora del ensayo en el colegio y vamos de una a la casa.
—«¿A las 9:00 am? Pues sí, no tengo problema con ello» —dijo él con una carita feliz.
—Sí, mejor. Jajaja ya le digo... pero más tarde, está dormida en mi cama.
—Jajaja dale, yo espero.
Seguimos hablando mientras mi madre despertaba para decirle. Mencionó él sobre mi progreso en sociabilidad, lo cual fue muy bueno para mí. Estaba dejando de ser tímida. Luego, hablé con mi madre. No estaba muy convencida para traerlo a mi casa. Especialmente en ese momento, ya que estaba viendo un capítulo de la Rosa de Guadalupe, sobre lo que pasa cuando uno anda con gente sin conocer. No eran buenas noticias para Elian.