Mi Vida (saga 1 Demonios)

Capítulo II: Los recuerdos del gameto

 

Sebastián

 

“Si no fue en esta vida, daré los azares para que sea en la siguiente, si no he de tenerte ahora buscaré la manera de hacerlo y si nunca podré. Vagaré eternamente sintiéndome dichoso por saber que pudiste recomponerte”.

 

Miro a Nilium con aburrimiento mientras esa voz tediosa, casi alabada a una orden resuena. Pues el demonio no se excusa de acatar una broma sin gusto.

- Dígame ¿Ha de renacer su amada? – explica con un deje de burla.

- No es posible, ella no podrá volver jamás – sus ojos almendrados, carentes de un lugar a donde va dirigida su vista, más que a la nada absoluta relampaguean por la carencia de control. Su piel de color, se refleja brilloso ante el calor.

Me coloco de pies indispuesto a seguir con niñerías absurdas a causas del demonio.

- Pero su pareja destinada si – habla la mujer - ella vive ahora. Solo que sus caminos no coincidirán de nuevo porque ya lo hicieron en el lamentoso dolor. No fue en esta, así que debe buscar la manera para que sea en la otra.

- Es fascinante – susurra Nilium con una mueca de discordia.

- Fue suficiente – Alexander tedioso se coloca de pies.

- ¡Oh, espera! Tengo otra visión – Alexander pasa fugaz su mirada hacia la mía que harto está por arrancarle la lengua a la divina – la suya nacerá pronto, cuando las cosechas estén en su punto más alto del año siguiente. Una niña de cabello como el cacao y ojos azules como el vivo mar. Pero solo nacerá si permite que el destino siga su curso, no puede entrometerse… por más que lo desee, o todo será cambiado...

-...

-Hay una fuerza aterradora, un poder antiguo, una sangre que no es de este mundo. No le pertenece - la miro, sus ojos se mueven vulnerables -. Una maldición lanzada, un portal abierto, criaturas desconocidas, caos, muerte, niños sacrificados. ¡Destrucción!

Cierro los ojos y sigo el camino a como dé lugar, traspaso el charco de sangre que impacta contra las botas para despejar la cortina de cuencas de aquella habitación y permitir que la luz de contra nosotros.

El bullicio de las aves y de la naturaleza da contra los oídos en su cantar lamentoso sobre las pérdidas de los que acostumbrados se permitían a contemplar por cada amanecer.

- ¿No le creyeron? Dijo la verdad, acertó incluso en el mío - relata el demonio al seguirnos.

- Solo porque le pusiste las palabras en la boca, de otra forma no habría más que cuentos baratos a futuros ¿En serio le hiciste recitar una profesia que acabas de inventar? – digo cuando Alexander busca hacia los alrededores una pista de la entrada a la cueva.

- Hay diferencias, soy un demonio, quito y hago, no adivino. Ella posee un don, un don muy bueno que le fue otorgado. Yo que tú, le haría caso a su predicción, y no. No me inventé ninguna profesia.

- Solo esperemos que este cuerpo lo cuides lo suficiente – miro la contextura del joven con piel trigueña y ojos felinos que llaman la atención para ser nada más que el hijo de una divina con genes sin cambios.

- Me gusta – habla Nilium – aunque sus recuerdos son aburridos, varían entre cuerpo y cuerpo. Unos son demasiado peculiares para no alabarles la bromista personalidad que con el tiempo me consumen.

- Nos hemos dado cuenta, lastimosamente – le indica Alexander por primera vez en este asunto, pasando de largo hacia una ladera donde el rio aflora a unos metros.

- También me he dado cuenta que el único con un humor lo suficientemente bueno es Sebastián – hago una mueca en agradecimiento cuando Nilium quiere provocar a mi gemelo – tu asquerosamente carácter es lo que ha hecho que los cuerpos pasados se consumieran de pereza.

Carraspeo en la burla avanzando, mientras mi hermano en su cotidianidad le da la misma atención nula de siempre.

- Y de tan solo pensar que era igual de aburrido que tú, de no ser por Sebastián en invitarme atacar la vida mortal, no conocería los ciertos placeres que los humanos se dan.

Alexander se detiene abruptamente. Toma medio giro y mira a Nilium con cara de pocos amigos.

- No te he matado porque… - sisea mi hermano en un hilo poco grueso de soportar la presencia absoluta de dicho demonio.

- Soy el único que te dará lo que tanto buscas – le señala el comienzo de una cascada que oculta la cueva buscada.

Frunzo el ceño sin pensarlo siquiera, olvidando quizás la masacre de atrás cuando Alexander decidió sin paciencia sacarle la verdad a la tribu Holsino que ocultaba la leyenda de la reliquia de una copa sagrada que en la antigüedad traspaso las generaciones por sangre de vírgenes bajo un sultán que se creía devoto a un demonio. El mismo que tenemos a nuestro lado y que Nilium creía perdido.

- Era una tribu agradable – índica el susodicho con pesar fingido. Pues llevaba el cuerpo del hijo de la divina que hasta ahora debía estar tratando de suicidarse.

- Una tribu estúpida – escupió mi hermano – poseer una copa y creerlo como algo sagrado cuando no era más que un relicario para el depósito de almas que el ignorante sultán creyó llenarla con sangre de vírgenes solo porque así creía sentir más placer que el poseerlas.



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En el texto hay: asesinatos, vampiros, amor

Editado: 21.11.2022

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