Alexander
Los montes Cotswold son una serie de colinas en la zona sudoeste y oeste de Inglaterra. La zona de Cotswold se presenta como una belleza natural sobresaliente. El pasto fresco y verdín le dan un toque inigualable, magistral, tan nuevo y renacido, es una comunidad tan silenciosa e única que nunca pude comprender las expresiones de Charles al tener un sentimiento profundo por este lugar, hasta que tuve la potestad de observarlo con mis propios ojos. Pero es un lugar que simplemente puedo observar, por más que trate de disfrutar las diversas maravillas de este mundo, no siempre le encuentro ese sabor a gloria que busco conseguir como lo cientos amaneceres me dan.
Quiero concentrarme, pero no comprendo si vine a este lugar para tomar una decisión o para descansar de algo que remotamente no comprendo.
Incluso bloqueo los pensamientos de todas aquellas personas, esos barullos tedian mi estadía, o lo que supone esto se describe como descanso. El vino tinto es como aquel tinte escarlata tratando de llamarme a que me sumerja en recuerdos pasados, justo después de lo que Charles ha dicho.
- Entonces ¿Qué harás ahora? – dice – a partir de ahora son cuestiones de Nilium, por eso han venido hasta acá ¿verdad?
Observo las colinas, pero más que todo, observo aquel cerezo que Charles en una ocasión me comento había cultivado. Ahora es un cerezo enorme capaz de dar sombra a decenas de personas.
- Lamento interrumpir tu hogar, tu pacifico pueblo para enmascarlo con estas decisiones – sonríe desinteresado.
- Sabes que eso no me molesta – vuelve a servirse del vino -. Puedes venir aquí cuando desees. Pero te advierto – me señala -. Mi hogar es paz, esta comunidad es paz, te aceptaré si solo vienes a este lugar con alguna mujer.
Alzo una ceja tomando medio giro para observarlo.
- Este será mi último día – se ríe.
- Este lugar es bueno para criar hijos ¿Por qué no tienes algunos?
- Ya tengo dos, tú y Fabricio – estalla en risas.
- Me refiero a tener otros – contempla hacía donde yo lo hago cuando ideo concentrarme en otras ideas absurdas y distintas a las suyas -. Ese cerezo es perfecto para que ella descanse, es un buen lugar para un embarazo. Me la imagino allí, acariciando su vientre y sonriendo mientras duerme o lee algo.
- No necesito más hijos, ya tengo dos – vuelve a sonreír. Pero mi pacifidad para responder a sus tonterias es lo que le causa diversión.
- Ni siquiera puedes ahondar en las posibilidades, no me molestaria si es tan solo una amante que luego se irá.
- Vuelvo a repetir, ya tengo dos hijos, no hay necesidad de otros – niega divertido.
- ¿Y si por alguna razón ella aparece y haces todo aquello? ¿Qué vida le vas a ofrecer? Es mejor hacerlo de inmediato antes de que esto se vuelva un caos.
- Ya han pasado mil doscientos treinta años ¿Por qué me interesaría algo ta efímero cómo los siclos humanos.
- Que cancé – dice con aburrimiento -. Nada te interesa. Solo espero que sepas que ni Fabricio ni yo podremos seguirte.
- Sé que tienen sus vidas – detallo su realidad -. Pero a todo este asunto del que me pides ¿Por qué no traes tú a una mujer?
Estalla en risas.
- Sabía que dirías eso – bate la cabeza – pero ese cerezo lo sembré solo para tu futura esposa como regalo. No para la mía, si algún día mi pareja llega, mi alma me encuentra, ten la seguridad que le sembraré un campo de peonías.
- Fabricio se casó ¿Por qué no haces lo mismo? Si tanto te interesa ese tipo de vida – señalo su analogía de la pacificad por medio de una mujer.
- Se casó con tu sobrina.
- Da lo mismo – le restó importancia al asunto -. Debería ser una humana si tanto es tu interés de tener hijos. Recuerda que hay muy pocos híbridos, para no decir que Fabricio es el único. El rey mando a aniquilarlos a todos la última vez.
- Tú y él son iguales – bufa – me gustaría decir que Sebastián y él lo son, pero caería en equivocaciones. Comparten el mismo hilo.
Lo miro sin gracia.
- ¿Me comparas con un estúpido rey? – vuelve a reírse.
- No, te comparo en los sentimientos, en la destrucción que arrastran – toma medio giro para alejarse de las vistas que ofrece aquel ventanal -. Desde la última vez que quise ayudar al padre en sus asuntos. Lo único que se ha mantenido en mi cabeza de esa humana que el tanto quiso fue aquello.
Dice pensativo.
- Alexia dijo que un rey debe perder lo que más ama, solo así será un buen rey. Creo que se ha equivocado, los que he conocido terminan arrastrando una agonía más grande y culminan siendo más déspotas que nunca.
- ¿Y cuál es el sentido oculto detrás de lo que quieres indicarme?
- Que espero no caigas en tu propia destrucción y aun así no puedo hacer nada para hacerte cambiar de parecer.
- Hay cosas que se deben controlar y sacrificar Charles - lo miro.
- Pero Lomus ya no está, lo mataste, no tienes porque rendirle venganza a alguien que dejó de existir hace siglos.