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Durante los próximos días nos dedicamos a hacer ejercicios cerca de casa del chico, pero no funcionó mucho. Hasta que un día Lenia fue a saludarlo como si fueran amigos de toda la vida, por supuesto que yo sólo me quedé mirando hasta que ella me hizo una seña y no me quedó otra que incorporarme a la conversación.
—Buenas tardes —a penas pude decir, por los nervios.
—Buenas, podrías dejar las formalidades —me dijo el para mi sorpresa con un tono más relajado.
—Mi respuesta fue un simple —Está bien—mientras mi mente estaba completamente absorta en un lunar que adornaba su mejilla derecha, como un pequeño secreto en su piel. Este detalle encantador se ubicaba justo donde la curva de su nariz se encontraba con la comisura de sus labios, que eran perfectamente perfilados, carnosos y sutilmente arqueados; desafiaban cualquier expectativa de lo que debería ser un chico.
—Sky Milligan, Bella Gartner, mi amiga — dijo Lenia intentando disimular lo embobada que me veía mientras lo admiraba.
—Bella Gartner ... —a penas comenzaba a decir cuando, para mi sorpresa, él la interrumpió.
—Sí, sé quien es —dijo mirándome con un aire de familiaridad que no esperaba. Me sorprendió que él me reconociera, ya que creía que él nunca me había notado —Trabajé en su casa junto con mi padre.
Mi respuesta se vio interrumpida por el hermano mayor de Lenia, Miguel Sandoval, quien al parecer no le agradaba para nada nuestro nuevo amigo. Lo noté por la expresión de desdén que cruzó su rostro cuando llegó y le dijo a su hermana que tenía que irse.
Claramente decidí irme con ella esa vez. Sin embargo, justo cuando, me dirigía a despedirme de Sky me sujetó de la muñeca con suavidad.
—¿Qué edad tiene, Gartner ? —Me pregunto sutilmente mientras aún sostenía mi muñeca.
—Cumpliré los 15 en poco tiempo, dije sonriendo mientras intentaba soltarme, lo que dejó de ser un problema a penas le respondí su pregunta.
—Oh, vaya —dijo, soltándome rápidamente —Pensé que serias mayor.
En el momento en el que quise saber la suya percibí que Lenia apresuraba el paso en aras de alcanzar a su hermano, a quién también seguí.
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Al llegar a casa de los Sandoval, justo en la puerta y con un cigarrillo en la mano se se encontraba Blanka, la cual demostraba cierta inquietud.
—¿Dónde estabas —me preguntó mientras le daba una calada a su cigarrillo.
—Caminando con Lenia; trataba de tomar un poco de aire —respondí mientras escurridiza atravesaba el umbral de la puerta.
—Miguel me ha dicho que estabas en casa de los Milligan —Mientras tiraba su colilla me miró con cara de pocos amigos —Espero que mantengas distancia de Sky milligan, pues es muy mayor para ti.
En ese instante, una avalancha de preguntas inundó mi mente. ¿Por qué no era del agrado de Blanka? ¿Por qué Miguel se había molestado tanto al vernos, si solo estábamos conversando? Me preguntaba por qué ese joven se mantenía en su burbuja, evitando la comunicación. Era curioso que todos parecían saber de él, y sin embargo, apenas conocían su nombre. ¿Por qué era simplemente el hijo de Boris Milligan?
—¿Me escuchaste, Bella? —La pregunta de mi hermana, con un tono reprochador, me sacó bruscamente de mis pensamientos.
—Está bien. Volveré enseguida —añadí tratando de evitar su mirada inquisitiva. Caminé hacia la puerta, sintiendo como el aire fresco del pasillo me envolvía cómo si me estuviese liberando de todas aquellas preguntas que rondaban mi cabeza.
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Ya había caído la noche cuando Lenia y Leyanis aparecieron en mi casa, trayendo consigo la excusa de querer sentarnos en el parque de enfrente.
Nos acomodamos en un banco amplio, diseñado para tres personas, mientras me sumergía en una conversación animada con Leyanis. La brisa fresca de la noche envolvía el ambiente como un suave susurro de secretos, y las risas resonaban suavemente entre los árboles.
Sin embargo, no me di cuenta de que Lenia se había alejado hasta que su ausencia se hizo evidente. Para sorpresa de todos, regresó acompañada del hijo de Boris Milligan, quien se acercó con una sonrisa pícara y una chispa traviesa en sus ojos. Sin perder tiempo, se plantó frente a mí.
—Hola, Gartner —Dijo, sonriendo sutilmente mientras buscaba con la mirada un lugar para sentarse. Su tono era ligero y juguetón, como si me fuera a dejar el apodo Gartner para siempre.
- Buenas noches, respondí mientras hacía Mi mayor esfuerzo por seguir atendiendo a la conversación de Leyanis quién al notar la presencia del chico hizo silencio, lo que resultó incómodo. En ese instante volvió a mi mente algo que había quedado inconcluso.
—A propósito... —Decidí romper ese silencio —¿Qué edad tienes Sky?
- Se queda en silencio mientras me mira, y dudando me responde - Casi te doblo la edad —Dijo mientras se revuelve el cabello.
—asombrada por su respuesta, opté por quedarme en silencio. En ese instante, comprendí por qué mi hermana no quería que me acercara a él; era como si una de las preguntas que tanto me inquietaban finalmente encontrara su respuesta.
Pasamos la noche conversando en el banco, con las risas y los murmullos de nuestros amigos de fondo. Hablábamos de anécdotas cotidianas, de las pequeñas locuras que nos hacían reír y de los planes para el futuro, mientras tratábamos de no perder la atención en la conversación grupal. Aunque había un aire de complicidad entre Sky y yo, las dinámicas del grupo hacían que todo fluyera de manera ligera y natural.
De repente, el sonido del teléfono celular interrumpió la conversación en la que estábamos inmersos. Él se acercó a mí con una sonrisa coqueta, como si estuviera disfrutando del momento.
—Adiós, Bella —me dijo, revolviéndome el cabello de manera juguetona, como si quisiera dejarme una parte de él para recordar.
—Adiós, Sky — Solo eso dije aquella noche, como si esas palabras fueran un pequeño secreto compartido entre nosotros, dejando en el aire la promesa de algo más.
Editado: 26.08.2025