-no esperaba verte aquí- a causa de la música Su Jin me Hablaba directamente en mi oído, lo cual provocaba que percibiera su perfume y el olor de su shampoo, chocolate, curioso para ser un chico.
-creo que me confundes- dije tomando la solapa de su chaqueta para mantenerlo a mi altura y poder hablarle de la misma manera que él lo había hecho, Su Jin hizo el ademán de volver a su postura y lo libere, me miró fijamente con cara de póker, seguíamos moviéndonos al ritmo de la música a una distancia prudencial, Su Jin Alzo su mano y tomo un mechón de mi cola de caballo, se acercó nuevamente hacia mí pero esta vez llevo el mechón a su nariz, mis nervios se aceleraron como ferrocarril sin frenos.
-flores- susurro en mi oído –cuando te vi en el escenario no estaba seguro de si eras tú, pero cuando me acerque a ti y percibí el olor a flores, lo confirme; reconocería tu cabello en donde sea Celina- un pequeño jadeo se escapó de mis labios.
-¿se lo dirás a alguien?- pregunté nerviosa, Dios si lo hacía estaría perdida, Su Jin volvió a mirarme desde toda su altura y toco mi mejilla con su cálida mano, un brillo pícaro iluminó su rostro y el atrevimiento se dibujó por todas sus facciones. Su brazo rodeo mi cintura atrayéndome hacia él, coloque mis manos contra su pecho para no darme de cara contra tu torso, caliente, su pecho estaba caliente, bajo su rostro de nuevo hacia mi oído pero esta vez acuno el lado derecho de mi cara con su mano libre.
-tú me gustas Celina- susurro, volvió a mirarme a los ojos pero esta vez su nariz toco la mía, apretó aún más mi cintura, cerrando cualquier pequeña distancia entre nosotros y sus labios tomaron los míos tomándome por sorpresa, eran suaves y tibios, Su Jin me besaba como nunca nadie me había besado, con delicadeza y ternura, sus labios acariciaban los míos y solo eso, en ningún momento me incito a que abriera mi boca, ni intento meter su lengua, fue dulce y sutilmente apasionado, el sentimiento que estaba creciendo en mi interior hacia que mis ojos picaran por las lágrimas que querían formar, al igual que él puse todo mi corazón y alma en ese beso; cuando termino volvió a tomar una postura recta y beso mi frente.
-buenas noches Celina- sin darme tiempo a decir nada, Su Jin se alejó, camino con dirección a la área Vip, adentrándose en la multitud y perdiéndose en ella; ¿qué diablos acaba de pasar?.
Al darme cuenta de lo que había hecho, mi sangre se heló por completo y el pánico me invadió, mire hacia todas partes sin saber qué hacer, por un momento me quede allí en la penumbra en medio de todos los cuerpos danzantes y de las risas que bailaban en el aire, obligando a mis piernas a moverse caminé lo más rápido hacia la puerta trasera, en mi camino de loca maniaca empuje accidentalmente a una pareja que se encontraba cerca del pasillo que daba a la oficina de Adam y a la gloriosa salida, ambos me miraron con mala cara pero no podía importarte menos, cuando vi la puerta negra acelere más el paso, no quería ver a nadie ni hablar con nadie, cuando estuve lo suficientemente cerca prácticamente me arroje contra la puerta de metal.
El aire frío choco contra mi caliente rostro y me dejo momentáneamente sin aliento, toque mis bolsillos y di gracias a Dios por no haber perdido mi celular, marque rápidamente un mensaje pidiendo un taxi y mientras esperaba a que llegara me recosté contra la pared de ladrillos que se encontraba detrás de mí, cerré los ojos, ¿Por qué?, ¿porque tenía que besarme y complicarlo aún más todo?, ¿además no se supone que los coreanos son tímidos? Maldita sea, se supone que son reservados, nada impulsivos, Su Jin no encaja con la descripción general de un chico coreano, bueno mi padre tampoco, pero es porque está casado con la española más extrovertida de todo el planeta.
Mi celular vibro en mi mano alejándome de mis recriminaciones internas, mire la pantalla y me dirigí hacia la calle principal donde se encontraba mi taxi, subí a la parte trasera y salude al conductor, le dije que me llevara a Cheongdam y que cuando estuviera allí le indicaría donde dejarme, no sabía si quedarme una o dos cuadras más atrás de mi casa, a veces esto de que todo el mundo sepa cuál era la mansión de la familia Song era complicado; siempre debía quedarme lejos para que nadie publicara al día siguiente que algún miembro de la familia Song fue recogido por un taxi en un bar en la madrugada; mi abuelo era muy estricto con los cotilleos y chismes. Finalmente decidí quedarme dos cuadras más atrás, necesitaba aclarar mis pensamientos.
Al bajar del taxi el viento estaba aún más frío, congelo todo mi cuerpo, lentamente me fui arrepintiendo de mi decisión de quedarme lejos, corrí lo más rápido que pude hacia la casa, aunque mis pulmones ya me mataban y amenazaban con quedarse sin aire y dejarme desmayada en medio de la acera, cuando llegue a la pequeña puerta del patio trasero rogué que Dónatela recordara quitarle la alarma de seguridad, mientras decía una pequeña plegaria abrí la puerta metálica, di un pequeño salto de alegría cuando el silencio no fue obstruido por sirenas y luces, caminé cuidadosamente tratando de esquivar las cámaras que se encontraban en el patio, cuando llegue a la puerta exterior de la cocina solté el aire que estaba reteniendo, entre y di gracias al calor con el que fui recibida, active la alarma y en puntillas sin zapatos subí la escaleras con dirección a mi habitación.
Al entrar a la oscuridad de mi cuarto cerré la puerta lo más silenciosamente posible, lo primero que hice fue lanzarme en mi cama y dar vueltas ahogando en mi almohada los gritos de desesperación que trituraban mi garganta por querer ser libres, cuando mi rabieta termino encendí mi lámpara de noche y empecé la tarea de cambiarme y desmaquillarme, al volver a mi cama y cubrirme con mis sabanas no pude evitar sentirme aterrorizada por el día de mañana, ¿ qué debería hacer?, ¿ cómo debo actuar?, ¿ debería hacer como si nada paso?.