Mi yo del futuro en el amor

Capítulo 5: Un gesto inesperado

El día comenzó como cualquier otro. Aydee se preparó rápidamente, intentando despejar su mente de las cartas y de Dioel. A veces, era más fácil ignorarlo que enfrentarse a la incertidumbre que él le provocaba. Llegó al trabajo con una mezcla de ansiedad y determinación. Necesitaba concentrarse en el proyecto.

El equipo estaba reunido, discutiendo los detalles del diseño estructural del nuevo centro comercial. Aydee se mantenía al margen, como siempre, observando y tomando notas. Dioel, por su parte, parecía completamente absorbido en sus planos, analizando cada detalle con una precisión que impresionaba.

En un momento, cuando Aydee levantó la vista de su libreta, sus ojos se encontraron con los de Dioel. Durante un segundo, se quedó atrapada en su mirada profunda, pero rápidamente desvió la vista, incómoda. Lo último que quería era parecer vulnerable.

De repente, algo inesperado sucedió. Dioel, sin decir una palabra, se levantó de su silla y caminó hacia ella. En su rostro no había arrogancia, sino una expresión tranquila, casi seria. Aydee lo miró, desconcertada.

—¿Te importaría revisar este diseño conmigo? —preguntó él, señalando una sección del plano.

Aydee se quedó en silencio, sorprendida por su actitud. No era el tipo de hombre que solía acercarse a otros para pedir ayuda, mucho menos sin un tono de superioridad. Pero algo en su voz, esa leve suavidad, hizo que Aydee accediera.

—Claro —respondió, sin saber bien qué esperar.

Se acercaron juntos al escritorio, él desplegando el plano y señalando algunos detalles. Mientras lo hacía, Aydee notó algo que no había visto antes: la concentración en su rostro, el modo en que su dedo trazaba las líneas con cuidado. No estaba actuando. Parecía genuinamente preocupado por el proyecto. Y por un momento, Aydee se dio cuenta de que tal vez no lo conocía en absoluto.

—Creo que podemos hacer un ajuste aquí para mejorar la estabilidad —sugirió Aydee, señalando una sección que parecía algo inestable.

Dioel asintió, y su rostro mostró una ligera sonrisa de aprobación.

—Eso tiene sentido. Buen aporte, Aydee.

El elogio fue breve, pero genuino. Algo en ese gesto, en ese reconocimiento sin sarcasmo, le hizo sentir una punzada en el pecho. Aydee no podía entenderlo. Dioel no era como los demás hombres. Había algo diferente en él, algo que no podía explicar.

Antes de que pudiera reaccionar, la reunión continuó, y Dioel regresó a su asiento, dejando a Aydee con un torrente de pensamientos. No estaba segura de si debía sentirse aliviada o aún más confundida.

Pero una cosa era clara: algo dentro de ella había cambiado. Y el misterio sobre Dioel… ahora estaba un poco más cerca de resolverse.




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