Mi yo del futuro en el amor

Capítulo 13: La voz del pasado

La tranquilidad que Aydee comenzaba a construir con Dioel se vio interrumpida por un mensaje inesperado. Una notificación, breve y directa: "Te llamó Tomás. Dice que es urgente."

Tomás.

Un nombre que había cerrado con llave en su memoria, pero que ahora volvía como un eco incómodo. Su ex pareja. El que la hizo dudar de sí misma, de sus sueños, de su valor. El que la hizo construir muros altos antes de conocer a Dioel.

Esa noche no pudo dormir. La sola idea de verlo, o escucharlo, la removía por dentro. No por amor. Sino por todo lo que representaba: la Aydee que ya no quería ser.

A la mañana siguiente, antes de llegar a la oficina, decidió enfrentarlo.

Lo encontró en una cafetería del centro. Él la esperaba con la misma arrogancia de siempre, aunque con una sonrisa más medida.

—Te ves distinta —dijo, apenas la vio.

Aydee no respondió. Se sentó, segura, con la espalda recta y los ojos firmes.

—¿Qué necesitas?

Tomás jugó con su taza de café antes de hablar.

—Quería pedirte disculpas. Sé que te fallé. Y al enterarme de tu proyecto… no sé, me hizo pensar en ti. En lo que perdí.

Ella no lo interrumpió. Lo dejó hablar. Lo dejó vaciarse.

—Aydee… si alguna vez hay una posibilidad…

—No la hay —dijo ella con calma—. Yo también fallé, Tomás. Por no alejarme a tiempo. Por no creer en mí. Pero ya no soy esa mujer. Lo que tú me quitaste, yo lo recuperé sola. Y ahora… tengo a alguien que me ve como siempre debiste verme.

Tomás bajó la mirada. Por primera vez, parecía entender.

Cuando Aydee salió de la cafetería, sintió que algo dentro de ella se había cerrado definitivamente. Como si por fin pudiera soltar ese peso antiguo.

Esa noche, al llegar a casa, encontró otra carta. La tinta era diferente. Más firme. Más clara. Y estaba firmada con su nombre: Aydee (del futuro).

> “Hoy cerraste una puerta que llevaba demasiado tiempo entreabierta. Gracias por elegirme. Gracias por no volver atrás. El futuro te espera… y sí, él también.”

Aydee sintió lágrimas en los ojos. No de tristeza. De alivio. De orgullo.

El pasado había hablado. Pero ella ya no necesitaba escucharlo.

Ahora, todo lo que importaba estaba en lo que venía. En quien era hoy. En quien la miraba como si el amor también fuera una construcción… que valía la pena levantar juntos.




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