Mía

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23 de julio, 2013.

Es martes, son las 14:00 y Mía esta cumpliendo diez años... Una pequeña Mía.

Mía con un cuerpo de niña, sus compañeros ya le exigen que sea delgada, que tenga un cuerpo de modelo como en las revistas.

Tener el cuerpo demasiado desarrollado a esa edad es muy difícil. Ellos no saben que el cuerpo de una niña va cambiando con el paso de los años. Su profesora, una señora de cuarenta años, no quiere enseñarle a sus alumnos que los pechos de una niña van cambiando, su cintura, sus piernas van cambiando, que les crece el vello en el cuerpo. Que es normal que en algunos días, la mujer tenga pancita.

Eso, tampoco, lo puede entender la pequeña.

Lo único que entiende la pobre niña es sobre la famosa menstruación.

Mía tuvo que aprender a llevar toallas femeninas en secreto para que nadie, o bueno, para que los niños, o sea, los varones no vean.

Mía está aprendiendo qué es la sororidad femenina a una temprana edad que sería a los nueve años, pasarle toallas femeninas a sus compañeras sin que se den cuenta los hombres, es como traficar droga para ella.

Comer en el recreo es ilegal, porque la mayoría de los niños y niñas la ven cuando intenta comer un sandwich.

Una noche, Mía se encuentra sentada en la acera de su casa con una amiga de su hermano, la chica es mayor que la menor por cinco años.

La infante le cuenta sus problemas con su peso, los problemas con sus compañeros.

Le cuenta que su compañera Sandra siempre le grita "Gorda chancha" cuando tiene la oportunidad. También, le cuenta como una vez su compañero le dio una nalgada cuando estaba saliendo de la escuela.

—Quiero ser hermosa como esas modelos, o como la modelo Pampita —dice con mucho entusiasmo.

—Para serlo tienes que crecer y estar a dieta. —La chica señala a la niña sin saber que sus palabras podrían lastimarla.

—¿Dieta? ¿Qué es eso? —pregunta y se acerca un poco más a la mayor.

—O sino, puedes vomitar tu comida. —La mayor sonrió con malicia a la niña.

—¿Qué son esas cosas? ¡Dime! —La niña le agarra el brazo de la adolescente, mientras le suplica por el secreto que guarda.

—La dieta es una forma de comer en tu día y la bulimia es cuando vas a vomitar tu comida, así no vas a engordar. —La adolescente le encanta ese "juego" llamado "Manipular la mente de la niña tonta".

—¿Eso es bueno?

—Sí, solo tienes que meterte los dedos hasta la garganta.

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18 de junio, 2015.

—¡Por fin, mi bebé tiene doce años!

Mía con doce años es "feliz", en su fiesta de cumpleaños están su mamá, su hermano, su abuela, sus primos y sus tíos.

Y ¿su papá? Fácil, el padre de Mía no está, él está haciendo su vida en otro lado... pero, ¿eso no le tiene que impedir para ser un buen padre? Pues, no. Su padre no le interesa cómo está su hija, lo único que quiere es alejarse de ella.

Este cumpleaños es el sexto que no ve a su padre.

Mía está por cortarse un pedazo de torta para comer, se siente triste, desea ver a su papá.

—Mía, no te sirvas mucha comida, que podés subir de peso y ese pantalón dejará de andarte. —Su prima le fascina burlarse cuando ve a la menor comer algo. 

La pequeña deja el pedazo de torta en la mesa, ya no tiene ganas de comerlo.

—No lo digo por mala, primita. Lo hago por tu salud —se acerca a su prima y pone su brazo a el alrededor del hombro para mirarla fijamente, con la intención de intimidarle —, ya estás muy gordita y esos pantalones te están quedando muy apretados. Recuerda que te estabas quejando que no te andaban bien.

—Es que la torta es de chocolate y me gusta el chocolate, Vale —Mía agarra su mano y la mira con una mirada triste—. Prometo que mañana hago dieta —susurra la niña.

—Está bien. Mañana lo harás y sin excepción, si quieres tener el cuerpo de una modelo tienes que olvidarte de muchas cosas que te tientan.

Valentina deja a la pequeña parada a lado de la torta, mirándola y odiandola.

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Llega la noche y Mía está por tomar el té. Bebe un poco de té y saca un pedazo de pan de la panera.

—No, tú vas a sacar dos panes. Lo siento, mi amor pero estás muy gordita. —Su mamá le pasa dos panes, sin importarle si lastima o no a su hija.

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Bañarse es hermoso y relajante para la pequeña pre-adolescente, agarra el jabón y se lo pasa por sus brazos, pechos hasta que tiene que llegar a su estómago.

Pasa su mano por su estómago y hay pura grasa, o sea, no es normal pesar 70 kilos y medir 1.50, peor aún, teniendo doce años.

Se acordó de la amiga de su hermano, en esa noche que le había dicho.

"Vomita"

Mía siente que no puede aguantar más y se mete los dedos hasta la garganta para poder vomitar.

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Con la respiración agitada y con dolor de garganta, sale del baño y se va para su cuarto; está temblando y no puede caminar, tiene miedo de dar un paso en falso y caerse, se siente débil.

Cae encima de su cama y se acuesta boca arriba, mirar el techo de su casa le da tranquilidad; pensando sobre lo que hizo hace 20 minutos, esa sensación fue grandiosa, maravillosa y se siente libre... Siente que ya no tiene un pecado más sobre sus hombros.

Pero la niña quiere seguir, así que agarra su celular que está en su mesita de noche y se pone a buscar:

"¿Cómo puedo vomitar?"

Le da enter a su celular y le empieza a salir varias páginas que le informaba sobre este "estilo de vida".

Páginas viejas, pero con mucha información que le podría funcionar en el tiempo que ella estaría vomitando para tener el cuerpo que ella quiere.

—Sólo estaré así hasta que llegue a los 40 kilos —afirma la infante—. Lo juro.



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En el texto hay: bulimia, mia, tca

Editado: 25.03.2024

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