Mía

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30 de julio, de 2015.

Mía está obsesionada con vomitar y lo hace cada vez que come, o sea, vomitaba ocho o nueve veces al día.

De pesar setenta ahora pesa sesenta y seis kilos.

Su madre está muy feliz de que por fin a su hija le estén entrando los pantalones que ella compró hace seis meses.

—Bueno, este vestido aún te queda muy chico, tendrás que bajar cinco kilos más, y te queda perfecto —la madre agarra la cabeza de su pequeño ángel y le da un beso en la frente—. Como la princesa hermosa que eres.

—Pero, mamá... —Mía no sabe qué decir, está demasiado agitada y en su mente está la idea de rendirse con su peso. La niña aguanta las lágrimas que amenazan en salirse. Quiere llorar por mucho tiempo— Ya peso sesenta y seis, ¿cuánto debo pesar para estar bien en este vestido?

Su madre se acerca a ella y le da un abrazo como muestra de apoyo y afecto. La señora sabe lo que está haciendo su hija y le apoya.

—Entiende, lo hago por tu bien, las chicas gordas no son hermosas —Mía siente un dolor en su estómago acompañada con unas ganas de vomitar y esta vez no se lo está provocando ella misma—. Mía, tú misma dijiste que quieres ser una modelo y para serlo, tienes que sacrificar muchas cosas.

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Mía se encuentra en su cuarto, estudiando, ya que tiene un examen mañana y no quiere reprobarlo.

Le duele mucho su estómago, pero no le hace caso porque sabe muy bien que si lo hace se iba a arrepentir.

Trata de pensar en otra forma, que ese vacío y dolor que siente era una prueba de fuerza y resistencia, que pronto llegará a su meta que es cuarenta kilos y que será una princesa.

Mía no se puede concentrar, no entiende lo que estaba escrito en su libro, lo único que piensa es en comer. Pensar en el pastel delicioso que su abuela hace todos los domingos no es una buena idea si quiere resistir a la tentación.

Hoy es lunes, Mía está decidida en no comer en todo el día, ya que su garganta le arde cuando vomita.

"Tengo que calmarme cada vez que vomito, puedo lastimarme"

Pasan dos horas, y ella tiene su cabeza encima de cuaderno, siente sus párpados pesados. Trata de no cerrarlos, pero es inevitable.

De pronto, los quejidos de dolor de Mía se escucharon por toda la casa. Un dolor horrible en su estómago, piensa que va a morir porque es algo que no puede aguantar y después de eso, se desmaya.

—¡Mía!

Es lo último que escucha.

 



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En el texto hay: bulimia, mia, tca

Editado: 17.05.2024

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