Estaba sintiendo cosas indebidas por él. Jamás creí que sería traicionada por mí misma, rompí completamente la única regla que me había impuesto para lograr pasar este extraño acontecimiento: no sentir nada por él. Pero desde el primer instante en que lo vi, las chispas habían saltado.
Cuando él me ofreció su trato, yo supe enseguida que aquello me favorecía, por eso ideé un plan, en realidad no se trataba de una técnica, solo había decidido ser condescendiente con él; portarme bien para que no nos sucediera nada malo a mi amiga y a mí. Porque nosotras debíamos salir sin ningún rasguño de este lugar. No quería que nada malo nos sucediera, por eso estaba siendo tan cercana a él y aceptaba cada una de sus propuestas. O eso quería creer porque la verdad es que no estaba actuando, estaba siendo yo misma disfrutando de su compañía.
Hareth era sumamente agradable, resultaba tan fácil caer en sus encantos. Por eso mismo cada vez que reaccionaba de mis estados de embobamiento, me recordaba rápidamente que él no era tan bueno como aparentaba; me estaba reteniendo allí en contra de mi voluntad.
Reaccionar era difícil, pero caer una y otra vez era tan fácil.
Y nadie podía culparme por ello porque Hareth Lewis tenía lo suyo, algo que definitivamente me estaba gustando muchísimo.
Hareth acababa de afirmar que era completamente mío. ¿Cómo debía reaccionar yo?
¿Debía aceptarlo y aferrarme a él sin intenciones de soltarlo jamás? ¿Así nada más? ¿Pero por qué? ¿Había un motivo por detrás de esto?
Por supuesto que sí, y ya conocía cuando me lo iba a decir. Por eso mismo preferí no decir nada y también porque no podía hablar, solo me encontraba mirándolo; estaba pérdida por él, disfrutando de su tacto, su cercanía.
Su afirmación ante mi pregunta había causado una detonación de emociones en mi interior. Las distintas clases de sensaciones emotivas estaban arrasando en mí y algo raro había despertado en mi estómago.
Y bueno, ante ello rompí el contacto visual porque me estaban dando muchísimas ganas de saltar sobre él. Le di la espalda y me remojé los labios fijando rápidamente mi mirada en cualquier cosa para disimular.
Solo que él se situó a mi lado y, rendida, regresé la vista a su rostro para hablarle.
—¿Y si pasamos lo del gimnasio para el atardecer o incluso mañana? Creo que este recorrido ha sido suficiente para mí, no acostumbro a forzarme tanto.
—Está bien, creo que me pasé contigo. No conozco tu aguante, no debí obligarte a hacer de más.
—Puedes compensármelo invitándome a desayunar —propuse con una sonrisa—, por ahí vi una cafetería —le dije señalando una dirección con la mano.
—Claro que sí —me dijo al instante, devolviéndome la sonrisa, haciendo desaparecer la poca tensión que había surgido en el entorno—. Vamos, y dime ¿aún no has hecho un tour completo por el pueblo, verdad?
Mi pequeña escapada con Abby se me vino en la mente, pero negué en respuesta.
—Solo he visitado algunas tiendas… —le dije encaminándome a su lado.
—Es que conociendo a mi hermana, pensé que tal vez sí.
—No, con ella solo he ido de compras —sonreí con inocencia.
—Entonces yo tendré el privilegio de enseñarte todo, ya te he mostrado una parte mientras veníamos, pero hay mucho más.
—Eso he notado, es un pueblo que tiene mucho que ofrecer.
—Exactamente, recibimos turistas casi todos los días —me comentó.
—¿Así que tú serás mi guía?
—¿Te gusta esa idea, Mia?
—Me gusta —respondí en tono bajo, con una mirada que reflejaba mi conformidad.
—Entonces en la cafetería pide mucho porque debemos recargar bastante energía para la larga caminata que nos espera —sugirió.
—Sí, pero necesito avisarle a mi amiga que no regresaré, de lo contrario se pondrá histérica.
—Le avisaré a Edward, quizás se nos unan también.
—¿Ahora? —dije y negué con la cabeza—. Son como las siete de la mañana, Abby debe estar en su quinto sueño. Quizás cuando regresamos ella siga durmiendo —me reí de tan solo imaginarlo, y podría suceder.
—Ya veo porqué son amigas —opinó Hareth, sonriente. Luego se detuvo porque ya habíamos llegado delante de la pequeña cafetería, él me abrió la puerta invitándome a pasar. Lo hice seguido de él. Nos ubicamos en un lugar cerca de la ventana, todas las mesas eran para dos, quedamos de frente y nos sonreímos.
Unos minutos después ya estábamos disfrutando de un rico desayuno mientras charlábamos.
—Dijiste que eras arquitecto, ¿dónde trabajas? —me interesé.
—Aquí mismo, tengo una oficina más adelante. Mi familia tiene empresas constructoras en algunas partes del país y la sede reside en Filadelfia, por lo cual algunas veces me toca salir del pueblo por alguna junta directiva.
—Eres tan joven y ya te juntas con empresarios, perdona, ya eres uno.
—Ese motivo también lo sabrás el viernes.
—Ya me pusiste nerviosa con tanto misterio, ¿sabes? ¿Qué tan malo podría ser?
—Todo dependerá de cómo lo tomes.
—Mejor sígueme contando más de lo que haces —decidí ir por un tema que no traería tanto misterio e incomodidad—. ¿Ya has hecho varios proyectos?
—Sí, la casa en la que estamos actualmente fue el primero. Y ahora mismo estoy al frente de una construcción de residencias para el instituto, el colegio de Milford recibe a estudiantes de todo el mundo y les da alojamiento, pero han estado faltando habitaciones por la cantidad de alumnos que se nos han estado uniendo en estos años así que es momento de agrandarlo.
—Eso suena muy interesante, también esa escuela. ¿Cómo es que se llama?
—Luna Eclipsa, fue fundada apenas hace nueve años por mi padre, pero fue mi idea.
—¿Y por qué ese nombre?
—Porque nuestra luna lo es todo para nosotros —dijo mirándome con más intensidad, expresando una misteriosa verdad en esos ojos hermosos chispeantes de emoción—. Ella eclipsa a todos, nadie podría estar por encima de ella.
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Editado: 12.07.2021