Mia | Híbridos Rebeldes 1

17. Los hermanos Collins

Desperté aferrada a Hareth como si fuese un osito de peluche. Y la verdad es que se sentía como uno, excepto que todo su cuerpo se sentía duro, pero el calor atrayente que emanaba y la comodidad de su pecho hizo que efectivamente yo lo sintiese como mi gran peluche personal.

Por eso mismo, después de despertar me mantuve abrazada a él, con mi cabeza apoyada en su hombro y mi mano derecha acariciando su pecho desnudo.

Después de lo de anoche nos habíamos duchado y vestido para no volver a caer en la tentación, solo que no hacía falta tener poca ropa para que nos pusiéramos calientes en un instante.

Sonreí y me reí bajito por todo lo que pasó el día anterior: di mi primer beso y obtuve mi primer orgasmo. ¿Alguien recuerda si yo dije que quería ir despacio? Pues la verdad es que no me acordaba, mi mente se había adornado de color rosa. Estaba cegada por Hareth.

Y algo dentro de mí sabía que eso no era bueno.

—¿Amaneces contesta, Mia? —escuché decir de pronto a mi compañero.

Alcé la cabeza y alcancé sus labios.

—Es por ti.

—También me pones feliz, eres la paz y el amor que esperaba y estoy dispuesto a tomarla toda. Estar contigo me hace olvidarlo todo.

—Mejor deja de hablar porque tú voz en las mañanas me parece demasiado irresistible.

—¿Ah, sí?

—Seguro lo sabes.

—Ahora que me lo dices… Estás hermosa, amaneciste más preciosa, fuego.

—Y tú más sexy.

Él se rio y yo no tuve vergüenza alguna al dejar caer mi cabeza sobre él y cerrar los ojos expresando el gesto de disfrute en mi rostro. Conservé un poco de calma y alcé una mano en su cara, volviendo a verlo.

—¿Desayunamos en el jardín? —me preguntó.

—Como prefieras.

—Hoy el clima estará muy pesado, deberíamos pasar el día ahí y en la piscina.

—Me gusta la idea.

—A levantarse entonces —manifestó él.

—No —protesté como una niña pequeña alargando la «o».

—Solo un rato más —me aclaró él.

(…)

Media hora después ya estábamos saliendo de la habitación. Me había puesto un traje de baño y, sobre este, un vestido ligero para cuando tuviese necesidad de meterme en la piscina no se me dificultase sacármelo.

Según el reloj que vi en el recibidor eran pasadas las nueve de la mañana. Cruzamos por la cocina, Hareth ordenó el desayuno y proseguimos a llegar a la mesa que estaba ubicado en el jardín.

Vi a Abby y Edward besándose en la tumbona, él estaba sentado y ella sobre él. Ese beso terminó justo en el momento que yo los miraba, Abby giró el rostro en mi dirección como si hubiese sentido mi llegada. Se quitó sobre Edward con la curiosidad brillándole en sus ojos verdes.

Nos dirigíamos hacia la mesa redonda que decoraba el jardín, allí se encontraban Hazal y Malcom, muy cerca del otro, comiendo la variedad de comida que había.

—Buenos días —saludé.

Ellos respondieron mi saludo, Hazal me sonrió con genuismo mientras que su esposo, vestido de manera muy formal dándome la idea de que seguramente pronto saldría, quedaba con semblante serio. De todas formas yo pude apreciar de lejos que anteriormente estaba sonriéndole a Hazal mientras le hacía probar de su mano la fruta que contenía su plato.

Viéndolos ahora y conociendo un poco más de ellos, debía admitir que se veían muy bien juntos. Hacían una bonita pareja.

—¿Cómo amanecen, chicos?

—Mejor que nunca, hermana —respondió Hareth tras correr una silla para que me sentara, lo hice y luego él se ubicó a mi lado—. Pero con un apetito enorme, estoy hambriento —él dijo esas últimas palabras viéndome de reojo y yo por puesto me sonrojé, malinterpretándolo todo.

—Llegan a tiempo, apenas estamos empezando —dijo refiriéndose al desayuno—. A propósito vi el anuncio, todos están hablando de ello.

—¿Qué anuncio? —pregunté luego de aceptar el zumo que Hareth me sirvió.

—La noticia de su relación, el anunció se propagó y todo el mundo sobrenatural ya ha corroborado el rumor de que Josh Lewis por fin ha encontrado a su compañera —confirmó Hazal, notándose muy emocionada—. Felicidades, Lewis. Y a ti también, Rouse, créeme cuando te digo que mi hermano vale la pena, es uno de los mejores hombres del planeta.

—Eso he notado —respondí—. Y gracias, Hazal.

—Solo digo la verdad —me dijo ella, luego miró a su hermano—. ¿Me haces tiempo después? Necesito hablar contigo.

—Claro, si no vas a salir, búscame cuando quieras —le contestó él.

—Yo necesito reportarte algunas cosas —habló Malcom hacia él. Hareth asintió en su dirección—. ¿Podría ser ahora? Solo será un momento después voy a tener que salir a la comisaria —se explicó.

—No hay problema —Hareth accedió y se puso de pie—. Vamos, volveré enseguida —me lo dijo solo a mí. Asentí y él se inclinó para darme un beso en la boca. Quedé ruborizada porque era la primera vez que nos dábamos un beso frente a conocidos.




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