Mia | Híbridos Rebeldes 1

19. Irreal

Mia

—¿Sabían que yo me estoy encargando del diseño interior de las nuevas residencias que se está creando? —comentó Hazal con su Tablet en mano, ella, Abby y yo estábamos reunidas en la sala de estar, sentadas en un mismo sofá. Y en un sillón apartado se encontraba Hannah, con su atención únicamente en su teléfono, ajena a nosotras.

—Ahora lo sabemos —habló Abby, yo le di un pequeño golpe en el brazo y me reí. Ella me miró mal por haberla golpeado pero enseguida realizó una mueca de disculpa—. ¿A ver? —observó lo que Hazal veía en el aparato en su mano—. ¿Qué hago para vivir en uno de esos? Se ve hermoso.

—Gracias, y estas residencias son para los que vienen de lejos, el instituto se encarga de toda su estadía, le proporciona y ofrece al estudiante todo lo que pueda necesitar.

Para mi fortuna, Hazal se encontraba en el medio, por ende, no se me dificultó detallar también la simulación del maravilloso trabajo de ella.

—Se oye más increíble todavía —exclamó Abby—, entonces ¿se paga por estudiar en Luna Eclipsa?

—Algo se da —fue la única respuesta de Hazal.

—Ese algo me sonó a mucho —repuso mi amiga.

—Pero con ese algo se restaura todo, ¿verdad? —interferí.

—Exacto, todo lo utiliza el instituto, aunque la construcción de las residencias es algo aparte, es un proyecto de nuestra empresa —reveló la rubia, entusiasmada. Hareth había demostrado el mismo entusiasmo cuando me habló sobre esto, y a su hermana también parecía emocionarle este asunto.

Por instinto, miré hacia Hannah. Ella era tan diferente a ellos, Hareth y Hazal eran gente amable y cordial, tan atentos mientras que Hannah se mostraba altiva y superior.

Ella se puso de pie inesperadamente, desvié la vista sintiéndome atrapada.

—Llegaron mis amigas —anunció Hannah, y ahí supe que el motivo por el que se encontraba allí no era por querer compartir su preciado tiempo con nosotras, sino por estar esperando a sus visitas—. Estaremos en la sala de juegos, Hazal. Tenemos una competencia de baile que terminar. 

—Mi juego favorito —expresó Hazal, viéndola.

—Si quieres, te nos unes después.

—Veo… Pero ¿ustedes quieren? —preguntó Hazal alternando su mirada entre Abby y yo, mi amiga y yo nos miramos sin saber qué decir—. Quizás podrían unirse a ellas y no aburrirse aquí conmigo, nadie está viendo la peli —señaló el enorme plasma que reproducía una película que no conocía—, ¿qué dices, Hannah?

—Eh… —ella nos miró esbozando una sonrisa para disimular su negación.

—¡Estamos aquí! —Alexia Brown apareció en la entrada del salón seguida de otra chica, pero el nombre de esta no sabía—. Buenas noches a todas, gracias por recibirnos, Hazal.

Ella se levantó y fue a saludar a las amigas de su hermana.

—Siempre son bienvenidas, Lex. ¿Qué tal, Jo? —saludó a la otra.

—Excelente, deseando que ya sea mañana.

—Nos vamos —anunció Hannah, reuniéndose con ellas. Hazal miró en nuestra dirección y yo me apresuré en rechazar su propuesta.

—Preferimos quedarnos contigo.

—Ya la oíste —dijo Hannah—, será en otro momento. Vamos, chicas.

Ella apresuró a sus amigas para que se fueran, temiendo que cambiara de parecer.

—¿Podemos ver algo más entretenido? —habló Abby, señalando el televisor.

—Elige tú está vez —concedió Hazal, regresando en su sitio.

(…)

Terminamos viendo una comedia romántica, la película terminó y los hombres de la casa aún no aparecían. Hazal al notar que nos gustaba ese género propuso que viésemos una serie que había comenzado pero no terminado, muy divertida y bastante romántica. Era una serie turca, ella al tener familias en ese país conocía el idioma, aceptamos y comenzamos a ver la serie con los subtítulos activados porque Abby y yo nos perdíamos con ese lenguaje.

Y en verdad estaba muy buena: “Con olor a fresas”. Acabamos de ver el primer capítulo y seguimos con el segundo, pero ni a la mitad de esta llegamos porque ellos aparecieron.

—¿Cómo va todo, Lewis? —se apresuró a preguntar Hazal. Ella se puso de pie enseguida y con Abby la imitamos. Ella se precipitó a llegar hacia su hombre, Malcom esbozó una sonrisa ligera mientras la recibía en sus brazos.

Abby no se movió. Hareth vino a mí, me dio un beso en los labios antes de responderle a su hermana.

—Lo tenemos controlado, despreocúpate y confía —pidió Hareth, tranquilo y notándose más relajado que la noche anterior. Me mantuve cerca de él, su brazo rodeó mis hombros y yo situé el mío alrededor de su cintura. Él volvió su vista a mí, sonrió levemente—. ¿Cómo va su noche? ¿No deberían dormir ya? Mañana será un día… diferente.

—El drama se puso bueno —dijo Abby, señalando la serie pausada—. Pero ahora… —ella se tapó la boca con una mano al bostezar— ya me voy, tienes razón. Buenas noches.

—Lo mismo, descansen, buenas noches —Edward se despidió en español con intenciones de seguir a Abby, ella lo notó y lo miró por encima de sus hombros.

—Espero recuerdes el camino a tu habitación —recalcó ella y continuó su camino.

—Espera, Edward —exclamó Hazal—. ¿Cenaron?

—Tengo hambre pero… no precisamente de comida —respondió él—, y estoy seguro que ellos opinan lo mismo que yo.

—¡No lo conozco! —gritó Abby y desapareció, alejándose rápido.

—Hablo en serio.

—Yo también —le dijo Edward. Hazal bufó mientras la pareja de mi amiga se reía y se marchaba.

 —Mmm, Edward hizo que notara el apetito que tengo —susurró Hareth contra mi oído. Contuve mi respiración ante sus palabras, Dios—. También nos vamos, buenas noches —informó tomándome de la mano—. Vamos, Mia.

(…)

Al llegar al segundo piso, Hareth se detuvo. Lo miré extrañada porque en esa área no estaba nuestra habitación.

—Casi lo olvidaba —suspiró, mirando en una dirección donde yo sabía se encontraba su despacho privado—. Debo buscar un documento… ¿continúas sin mí?




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