Mia | Híbridos Rebeldes 1

26. Descontrolada

Salimos de la dirección justo al horario de inicio de clases, con Abby tuvimos que dar una buena justificación por nuestra escapadita del campamento. Todo fue arreglado, se solucionó con facilidad porque los rumores vuelan, y también porque aparentemente el alpha ya le había hecho una llamada a la directora.

De lejos, vimos como algunas personas felicitaban a Anthony. Compartí una mirada confusa con Abby decidiendo acercarnos hacia él, quien aguardaba cerca de la puerta del salón acompañado de su prima y otras personas con las que no convivía.

—Feliz cumpleaños, hermoso —saludó al pelinegro una de nuestras compañeras, le dio un beso en la mejilla, se apartó sutilmente de él dedicándole una mirada coqueta antes de cruzar la puerta de nuestro salón.

 Y en ese momento recordé a Brenda diciendo que faltaban pocos días para el cumpleaños de su primo.

—¡Muy feliz cumpleaños! —exclamó Abby ni más llegamos donde él, ella le dio un abrazo el cual él correspondió gustoso, incluso la alzó un poco, riendo, Anthony liberó a Abby de sus brazos y le agradeció—. ¿Cómo lo celebramos?

—Primero, con una cena bastante formal organizada en el restaurante de mi familia, luego, apenas podamos escaparnos, iremos al club privado de aquí, reservé la estancia más exclusiva para esta ocasión tan especial que es mi cumpleaños, la edad que cumplo.

—Muchas felicidades, te ves muy contento —dije, bastante contagiada por su entusiasmo. Ocupé el sitio de Abby, dándole un leve abrazo. Al distanciarnos, él conservó un brazo sobre mis hombros, impidiéndome alejarme demasiado. Más bien, me devolvió con él. Igualmente, no se sentía incómodo esa cercanía, Anthony era tan opuesto a Malcom. Rendida, permití esa confianza.

—Presiento que hoy será un gran día, a pesar de ser lunes, ¡hoy se celebra y se disfruta!

—¡Eso! —celebró su prima.

—Me gusta esa actitud, los planes se oyen extraordinarios —mencionó Abby—. Aunque no me llegó ninguna invitación —se quejó.

—Estás en la lista —le aseguró Anthony.

—Que ni se te ocurra faltar —argumentó Brenda—. Que ni se les ocurra faltar —advirtió corriendo su vista hasta detenerla en mí—. Será una noche fantástica, así como fueron estas dos noches en el campamento.

—No pensaba hacerlo, pero me avisaron tarde así que tengo una muy buena excusa para dejar el regalo para después —exclamó Abby, divertida, una sonrisa tensa se formó en sus labios, duró un instante pero fue suficiente para que interpretáramos ese gesto como de disculpa. Anthony rio fuerte y negó con la cabeza.

—Que ninguna falte, ¿okey? —asentimos en su dirección, convencidas de nuestra respuesta afirmativa.

—¿Qué no deberíamos entrar ya? —dije mirando la puerta de nuestro salón, confusa de repente tras recordar que las clases ya debieron haber empezado.

—El profesor viene atrasado —comunicó Anthony, su mirada adquirió un tono diferente tras entrecerrar sus ojos en mi dirección—. Pero tu clase ya debió haber empezado, tú no vas aquí, Rouse.

—¡Mierda! —exclamé sobresaltada por esa verdad, yo solo estaba de paso por aquí. Comencé a retroceder en dirección a donde sí debería estar mientras me despedía con la mano de ellos—. ¡Los veo después!

Me alejé rápido, con razón April y Drew no estaban con ellos. Llegué a mi destino, me puse aún más nerviosa y me di valor para enfrentar a todos, las miradas estaban a punto de quemar en mi dirección, si es que el profesor me recibía. Nunca había llegado tarde antes.

Me di suficiente ánimo y toqué la puerta.

(…)

En la hora del almuerzo me di cuenta que Anthony era una persona bastante reconocida y querida porque absolutamente todos se pusieron de pie para acompañar el canto que inició Brenda apenas se direccionó en nuestra mesa con un pastel en mano. Tal vez algunos lo hicieron por compromiso, pero no vi ningún asomo de disgusto en el rostro de nadie, solo sonreían.

Bueno, vamos a exceptuar a los hermanos Collins, quienes sí tuvieron la amabilidad de pararse de sus asientos y acompañar los aplausos, pero de ahí, nada más. Mantuve mi atención en ellos por unos cortos segundos, la canción del feliz cumpleaños finalizó, los aplausos incrementaron y ese hecho me hizo volver la vista hacia el festejado justo a tiempo para verlo apagar la vela y seguidamente ver asombrada y divertida como Brenda desperdiciaba toda esa delicia en el rostro de su primo.

Él se quejó mientras Brenda chillaba emocionada, Drew silbó dándole inicio a un bullicio que inmediatamente llamó la atención de los profesores, quienes inmediatamente interfirieron y acabaron el momento.

Anthony fue a lavarse el rostro y Brenda a quitarse los restos de pastel que le mancharon las manos. Quedé con Abby, April y Drew, comenzaron a hablar de lo que sucedería en la noche. Quise formar parte también de la conversación, pero la presencia de los Collins me estaba inquietando bastante. Y eso se debía a que ellos compartían el apellido de… mi madre.

Inmediatamente llamé la atención de mis amigos al ponerme desprevenidamente de pie. Y ni yo supe con exactitud por qué lo había hecho.

—Regreso en un momento —les informé y comencé a alejarme en dirección a ellos, los Collins.

Ninguno de ellos me miró cuando la mayoría dentro de la estancia notó a quienes me estaba acercando, tenía miradas sobre mí, atención que me puso demasiado nerviosa. Durante un instante dudé de lo que estaba haciendo y quise desviarme, pero algo me impulsó a seguir y eso hice.

Entonces llegué donde ellos y no supe qué decir. Mierda.

Saluda, no quedes como una estúpida.

Okey, gracias por salvarme, consciencia.

De nada, para eso me tienes.

Lo sé.

«Basta, no seas estúpida y reacciona» corté mi propio intercambio de palabras.

—Hola, Selene, Neisan, Marisa y Chase. Soy Rouse —se me ocurrió decir. No debió ser así, pero así pude—. Ya me conocen, ya nos conocemos pero deberíamos conocernos más. ¿Podría sentarme? —situé una mano sobre el espaldar de la silla con intenciones de correrla para sentarme, pero antes que nada, esperé el consentimiento de ellos.




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