Mia | Híbridos Rebeldes 1

41. Furia tempestuosa

Capítulo 41: FURIA TEMPESTUOSA

Mia

Necesitaba a mi mejor amiga para llorar, pero nuestro tema pendiente se había aplazado. Un inesperado trabajo práctico estaba siendo el culpable. Solo esperaba que el compañero que se me asignó para la realización de este deber pusiera un poco de su parte, lo miraba y había disposición en él, solo que su expresión aburrida no me motivaba para nada.  

Fuimos a la zona de residencias, el edificio era de tres plantas, ocupaba toda la parte trasera del instituto, estaba unido a él. Había escaleras adorando esta propiedad, esas escaleras de incendio pero más bonitos que guiaban al pasillo que le daba acceso a varias puertas. Scott ya tenía sus llaves en la mano.

Debía pedir transporte así que ingresé en el chat de Hareth con ese objetivo en la mente, pero antes debía avisarle porqué.

Para Hareth: Me quedaré en la habitación de un chico haciendo tareas.

Después de leer el mensaje pensé que tal vez lo mal intérprete, estaba a punto de borrarlo pero justo cuando iba a hacerlo se marcó como leído.

Mierda, por ver el mensaje casi choqué contra una puerta que había sido abierta, la persona que salió de ahí me miró con reproches y siguió su rumbo.

Volví mi vista a la pantalla del celular.

De Hareth: ¿Has dicho chico?

«Lees bien, Hareth» pensé.

Yo: ¿Algún problema?

—Es aquí —anunció Scott.

Mi celular sonó avisándome que tenía un nuevo mensaje.

Hareth: Sí, y muchos, muchos problemas, fuego.

Hareth: Iré por ti.

Yo: No vengas, bueno sí porque no tengo como volver, pero ven dentro de dos horas. Si no puedes, manda a alguien.

Hareth: Iré ahora.

Yo: ¿Una hora?

Hareth: Iré ahora, Rouse.

Yo: ¿Media hora?

Hareth: Diez minutos.

Yo: ¿Por qué? ¿Sucede algo o no confías en mí?

Hareth: Ya te he dicho que confío en ti, más que en nada.

Yo: ¿Entonces?

Mi mensaje no le llegó.

—No tengo todo el día —oí decir a Scott, la puerta de su habitación ya estaba abierta para mí.

Apagué la pantalla de mi teléfono e ingresé.

Momentos después volví a mirar la hora en la pantalla de mi celular, estaba controlando el tiempo desde que los 10 minutos que Hareth me había dicho que iba a tardar en llegar por mí pasaron, él no llegó y no estaba segura si aquello era bueno o malo.

Cinco minutos después volví a hacer lo mismo. Pasó una hora y ya no pude concentrarme en la tarea que se supone estaba haciendo.

—Oye, ¿qué te parece si juntamos nuestra parte después? —Scott no me miró hasta segundos después, él estaba haciendo parte del trabajo en el escritorio mientras que yo me encontraba sentada en el sofá, tenía un libro abierto a un costado y una hoja media escrita reposaba contra una carpeta en mi regazo.

Me llevé el lapicero contra mis labios al ver la expresión de un evidente: ¿En serio? En la cara de Scott. Sabía que la idea de que cada uno hiciera parte del trabajo en su respectiva casa no le gustaba, pero yo ni siquiera podía concentrarme por lo preocupada que estaba.

—Eso no es conveniente —fue su única respuesta antes de volver a girar el rostro y continuar con su trabajo, bufé y me dejé caer contra el respaldo de mi asiento.

Giré el rostro y le di una ojeada el cuarto de Scott, era normal. No era inmenso pero era adecuado para una sola persona, una amplia cama se encontraba en una esquina de la habitación, cerca de dos puertas. Solo tenía una mesita de noche en la cual solo pude ver libros. Se notaba que a este chico le gustaba leer mucho, no solo por la gran cantidad de libros que yacía sobre aquella mesita, sino también por los dos estantes lleno de libros que había a cada lado del escritorio en donde estaba sentado él.

A unos tres metros me encontraba yo, estaba sentada en el pequeño sofá que se interponía contra la única ventana del lugar, el sol había desaparecido hacía minutos, eran más de las cuatro de la tarde y por las nubes grises en el cielo podía adivinar fácilmente que en cualquier momento se iba a largar a llover.

—Es conveniente cuando mi cabeza está en todo menos en el trabajo —repuse segundos después—. Lo lamento pero no puedo seguir —me levanté y volví a mirar la hora en el celular. Scott se alertó, giró con facilidad hacia mí gracias a su silla giratoria, su expresión dura y cansada se hizo notar. Arrugó su frente y se pasó la mano por su cabello en un gesto frustrado y agotado.

—Si te vas le diré al profesor que yo hice todo el trabajo.

—No me interesa —le contesté con obviedad, lo único que verdaderamente me interesaba en ese instante era saber si Hareth estaba bien—. Es más —me volví hacia él luego de guardar mis cosas en la mochila—, digo, en realidad puede que yo le diga que eres tú el que no quiere que yo haga el trabajo contigo, después de todo no quisiste aceptar mi propuesta de hacer el trabajo separado —sonreí con suficiencia, él levantó sus cejas y por el semblante de su rostro pude notar que mi intento de amenaza no sirvió para nada.

 Se levantó de su asiento, solo tuvo que dar dos pasos hacia adelante para encontrarse cara a cara conmigo, tuve que alzar un poco la barbilla para verlo, era alto y fácilmente se podía percibir que la situación no le estaba agradando para nada.

—Claramente no sabes quién soy —su tono no me gustó para nada, lo dijo de una manera lenta y suave, su ceño se frunció—, soy el chico que pasa desapercibido para todos, soy considerado el chico más listo de aquí y por eso mismo no le agrado a muchos. Siempre hago las cosas solo, y siempre me encuentro solo, no porque nadie quiera acercarse a mí sino que así es como yo lo prefiero. Me gusta hacer trabajos solo por este mismo motivo, me gusta la perfección y tú me lo estas complicando justo ahora —para ese momento mi pierna ya había rozado el sofá tras de mí por haber retrocedido un poco.




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