Mia | Híbridos Rebeldes 1

43. La única reina

Capítulo 43: LA ÚNICA REINA

Con la ropa mojada y con una evidente preocupación en nuestros rostros ingresamos por las dobles puertas del hospital, el piso de mármol se sintió frío por debajo de mis pies descalzos.

Hannah no era mi persona favorita, pero jamás le desearía la muerte solo porque no era de mi agrado, más cuando era evidente que ella era una persona verdaderamente importante en la vida de Hareth.

Hareth me explicó mientras veníamos que fue él quien la trajo aquí, pero por mi seguridad, él había mandado a un grupo de jóvenes para escoltar la puerta de la habitación en donde me encontraba. Sin embargo, se marcharon sin su consentimiento cuando quisieron destruir parte del instituto Luna Eclipse, no me contó el motivo, pero me aseguró que quizás los guerreros volvieron a caer en un hechizo porque cuando llegaron a aquel lugar todo estaba en perfectas condiciones.

Recordé cuando escuché pasos alejándose de la habitación de Scott... Quién habría sospechado que yo me encontraba con el peligro.

Hareth había llegado en ese momento, le explicaron la situación y él ahí cayó en cuenta de que solo querían que ellos me dejarán desprotegida, lo cual funcionó ya que el chico que se me asignó como compañero de trabajo casi me mató y él ahora se encontraba muerto.

Terminamos de subir las escaleras, Hareth me guio hasta una sala de espera en la cual visualicé a Malcom recargado contra la pared y con la cabeza baja, pero al percatarse de nuestra presencia vino hacia nosotros. Había más personas en el lugar, la sala era inmensa y había sillas y algunos sillones en cada esquina, las paredes eran de color blanco y tenía ese típico olor a hospital que desagradaba a cualquiera. No pude evitar notar las miradas curiosas hacia nosotros. Nuestro aspecto indicaba un mírenos.

—¿Cómo está? —le preguntó Hareth con urgencia.

—Aún no hay noticias.

—¡Pero ya pasó más de una hora! —exclamó enfurecido, su vista se detuvo en una puerta en específica. Quiso soltar mi mano y alejarse de mí pero no se lo permití, me aferré a su mano y me interpuse en su camino.

—Va a estar bien —murmuré viéndolo a los ojos, él cerró sus ojos y suspiró con fuerza.

—No creo que debas estar aquí —dijo cuando abrió los ojos.

—¿Qué? ¿Por qué dices eso? —di un paso atrás para observarlo mejor mientras preguntaba.

—Estás mojada…

—Si lo que quieres es que me vaya pues no lo haré —negué rotundamente, él examinó mi rostro por varios segundos, estaba decidida a quedarme, él no iba a convencerme de lo contrario—. Además, tú estás igual.

—Le pediré a Hazal que nos traiga ropa limpia —se rindió ante mi tono firme y expresión decidida.

—¿Ella lo sabe?

—Está al tanto.

Una hora más tarde ya estaba saliendo del cuarto de baño del hospital totalmente cambiada, Hazal había ingresado en el hospital de una manera difícil de olvidar, sus gritos aún se sentían frescas en mi oído.

Regresé en la sala de espera y no encontré a nadie, de seguro Hareth también se había ido a cambiar. Malcom se fue apenas llegó Hazal, pero antes la consoló levemente, él tenía prisa a pesar de no querer dejar a su compañera. El deber llamaba, por su expresión deduje que había serios problemas que tratar.

Vi el bolso de Hazal en una de las sillas, me acerqué hasta ahí y pensé que de seguro ella fue a buscar más información sobre la condición de su hermana. Nadie pudo entrar a verla todavía, creo que le estaban haciendo alguna especie de cirugía o simplemente la tenían bajo control. Por lo que entendí, se encontraba muy débil y yo aún no lograba asimilar del todo que ella fuera una cristal.

Había pocas personas en la sala de espera, alcé la vista y de lejos me pareció ver a Hareth. Tenía su altura y el mismo cuerpo esbelto. Él salió de una de las puertas en las cuales se suponía que no se podía ingresar, pero quizás él como alpha sí podía. Avancé hasta ese pasillo y él caminó en la dirección contraria, no me vio. Tampoco quería correr como una loca detrás de él solo para alcanzarlo, mucho menos ahora que ya tenía zapatos.

Seguí caminando a pasos normales, persiguiéndolo viéndome decente. Vi que giraba en la zona de las escaleras para descenderlas, apresuré mis pasos entonces. Llegué hasta el inicio de las escaleras y me sostuve de la baranda, mirando hacia abajo. Observé hacia mi derecha y vi la cafetería, Hazal salía de ahí con dos bebidas en la mano.

Volví mi vista en las escaleras... Hareth no estaba, quizá no era él.

—Rouse —alguien habló por detrás de mí, me volví con el corazón acelerado.

—¿Hareth? —me sorprendí— ¿Por qué aún no te has cambiado? —pregunté recordando al hombre con quien definitivamente lo confundí, ¿qué sucedía conmigo? Él seguía con la misma ropa mojada mientras que al hombre a quien yo lo creí él y perseguí llevaba unas botas negras con un abrigo largo del mismo color. Su cabello era el mismo que el de Hareth, al igual que su espalda, pero yo nunca le vi el rostro.

Hazal llegó hasta nosotros y nos miró desconcertada.

—Cámbiate que destilas agua y dejas marcas de tus enormes pies —luego de decir aquello se marchó, no antes de pasarme una de las bebidas que sostenía en su mano.

Él la ignoró y se concentró en mí.

—Estaba hablando con Edward, Abby quiere venir —me avisó.

—Debe estar preocupada también.

Caminamos en dirección a la sala de espera.

—Deberías ir a casa, Hannah estará bien.

—Es que... tú solo quieres que me vaya —le dije la verdad. Él se detuvo y yo hice lo mismo, justo al lado de la puerta en la cual vi salir al hombre con quién lo confundí.

—Es verdad —murmuró—, este día ya ha sido demasiado largo para ti, Rouse. Y no quiero verte aquí porque de solo hacerlo... No puedo dejar de pensar en ti y...

—¿En mí?

—Si tú te hubieras ido con Hannah tal vez en estos momentos tú también...




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