Mia | Híbridos Rebeldes 1

48. Celos

Capítulo 48: CELOS

Mia

Realmente fue un grave error haberme involucrado con las hermanas Relish, quise retractarme pero no me dejaron y el plan falló horriblemente. Habían transcurrido tres días desde ese sucedo que seguía reproduciéndose una y otra vez en mis sueños, eran pesadillas y escaparme de ellas consumía todas mis fuerzas.

Era parte vampiro, pero yo me había acostumbrado a dormir, además de que no tenía ninguna habilidad especial despierta que me destacara como una de esa especie. Aunque mi resistencia al sueño estaba probando lo contrario. Este día era la cuarta noche que debía combatir contra las ganas de dormir porque me negaba a volver a ese sitio. Aunque mis bostezos constantes me avisaron que si no me movía ya, iba a terminar durmiendo.

Y es que la cama se sentía tan cómoda. Solo que reaccioné y seguí curioseando por Instagram mientras esperaba que mi mayor distracción llegara.

—Llegó la comida —anunció Hareth, ingresando a la habitación con una bandeja que traía nuestra cena. Le sonreí mientras me ponía de pie y me dirigía al mismo lugar que él. Hareth acomodó todo sobre la mesita del centro mientras yo me acomodaba en el sofá y lo contemplaba servirme.

—Todo se ve muy rico —dije en cuanto él se situó a mi lado.

—Las manos de Estela están bendecida por los dioses.

—Lo he notado.

Al comer junto a él, así a solas y en silencio, regresé un mes atrás y me vi contemplada a su lado la primera vez que cenábamos juntos en esta misma habitación y lugar.

Una sonrisa se filtró por mi rostro cuando Hareth me pasó el postre de esa noche.

—Ensalada de frutas.

Al instante me acordé de Hannah. Ahora que podía confirmar mis sospechas de sus sentimientos por mi novio debido a ese motivo de que ellos no eran hermanos de sangre, pues me había vuelto fogata. Siempre me incendió de rabia su cercanía y su forma de mirarlo. Era indecente.

—¿No quieres?

—Sí quiero, un recuerdo me entretuvo.

—¿Qué pensabas?

—Mi primer encuentro con Hannah. Ahora que ya entramos más en confianza voy a confesarte que ella no se portó para nada como una princesa, ¿eh? La has malcriado muy mal, bebé.

—Ella… —Hareth suspiró, triste de repente—, Hannah perdió a sus padres biológicos cuando tenía nueve años, no somos hermanos de sangre —él me lo reveló y yo fingí sorpresa solo para no arruinar ese momento de confesión—. Me siento muy responsable de ella, yo la encontré y prometí siempre cuidarla, quise hacerla feliz y le concedí cada capricho. Nuestro encuentro sucedió en el año en el que Harun se fue, Hannah fue algo bonito en el medio de esa tormenta que despertó su marcha. Y después… —creí que diría algo más, pero eso fue todo.

—Se nota que ella te quiere mucho —comenté entre dientes, en un tono que no delatara el sentimiento que arrastraban esas palabras. Incluso me llené la boca del dulce postre de esa noche para reflejar un gusto diferente en mi expresión facial y seguir ocultando esa rabia.

—Tienes que saber algo importante —su tono me alertó y tragué demasiado rápido, tanto que empecé a toser a lo que él inmediatamente me atendió quitándome y limpiando el exceso de líquido que manchaba mi mandíbula. Mierda—. Estoy bien —suspiré, su gesto se suavizó y me llevó contra él, quedé a horcajadas sobre su regazo esperando lo que tenía que decirme.

—Lo que tienes que saber es un cambio radical de tema —comenzó a decir. Asentí, atenta—. Estaré fuera de Milford durante el resto que le queda a la semana.

—¿Qué? ¿A dónde te vas?

—Tengo un par de reuniones que ya no puedo posponer, tengo asuntos de la empresa que atender en la ciudad. Quisiera que me acompañaras, pero estaré muy ocupado y estarías sola prácticamente todo el tiempo. También están tus pesadillas, no quiero dejarte así y se halló una posible solución a esto.

—¿Tan rápido? —pregunté. Esta mañana Abby y su compañero habían emprendido un viaje también hacia una posible cura.

—No es de parte de Edward. La propuesta vino de Sheldon.

—¿Sheldon Collins? —Hareth asintió, entonces empecé a presentir cosas que esperaba no fuera así.

—Le comenté sobre tu situación y él recomendó a Darren Dell. Es un brujo que te ayudará a borrar esos recuerdos que te atormentan.

—Eso es una excelente noticia.

—Sería mañana.

—¿Mañana, qué? Habías dicho que estarás muy ocupado esta semana.

—Y así es, por eso el que se encargaría de ti es Sheldon Collins, tendrías que viajar a Bran. Él quiere que te quedes en su castillo durante mi ausencia, y no es una mala idea, lo que sucedió con ese tal Scott puede volver a repetirse y ahora que no estaré, pues necesitas mucha seguridad y Sheldon tiene esos recursos.

—No va a ser lo mismo sin ti, y además no quiero separarme de ti —exclamé aferrándome a su cuello, pegando nuestros cuerpos de repente. Dios, Hareth no sabía lo que representaba el Reino Vampírico para mí en ese momento, por ahí se encontraba una tormenta de la que yo intentaba escapar y no podía creer que justamente él me estuviera empujando a ella. Y es que no lo sabía, aún no me había animado a decirle, lo sucedido el viernes en la fiesta de fin de curso me había acobardado mucho más.

—Yo no quiero verte mal —aflojé mi agarre volviendo el rostro con expresión triste para verlo—, créeme que te acompañaría a todos lados, siempre, solo que esta vez estoy obstaculizado por trabajo. Confío en los Collins, han mostrado mucho aprecio por ti. Estarás bien, estaremos en constante comunicación.

—Sí, pero son cuatro días, cuatro eternos días lejos de ti. No quiero eso. Me acostumbré a dormir sobre ti.

—Y yo quiero verte bien, sabes que no dormir mucho por una parte trajo sus beneficios —su mano paró sobre mi trasero—, pero te lo repito, yo quiero verte bien, hermosa. Los Collins son tu familia, deberías conocerlo más porque… —Hareth pausó para quitarse la camiseta y señalarme el tatuaje de una frase que decoraba la piel de su pecho— la familia es todo.




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