Mia | Híbridos Rebeldes 1

52. La reunión

Capítulo 52: LA REUNIÓN

Al volver a mi habitación dejé de lado la lectura y me concentré en los posibles argumentos que contendrían esta verdad para decírselo a Hareth, recordándome nuevamente que aplazar esta información por más tiempo traería más consecuencias.

“Puedo ser bueno todo lo que quieras, pero si se meten con lo que es mío encontrarán la peor versión de mí”.

En un momento me quedé dormida y como Aedus me advirtió, ya no había pesadillas.

Al abrir los ojos fui consciente de que la cuenta regresiva ya estaba corriendo, el tiempo se me iba de las manos. En la noche me despediría de Bran y el sábado en la mañana ya me reencontraría con Hareth. O eso creía.

Revisé los mensajes y en el grupo que me habían integrado se estaba comentando cómo estaba siendo su primera semana de vacaciones. April y su novio se encontraban en New Hope, estaban en sus respectivos hogares sin planes todavía y los primos Mayer, Brenda y Anthony igual, coincidieron en reunirnos todos la siguiente semana en Milford, Abby aceptó por las dos pero de todas formas también di el «okey» por mi cuenta antes de dirigirme hacia el baño.

Minutos después ya me encontraba avanzando por el pasillo, al llegar a las escaleras coincidí con Chase.

—Buenos días —saludé.

—Buenos días —su tono grave y áspera delataba su humor, nos quedamos a pocos pasos de distancia y de pronto tuve sus ojos sobre mí—. Siento haberte gritado la otra vez, últimamente no puedo controlarme, estoy pasando por un momento extraño.

—No pasa nada, ¿no sabes por qué estás así? Dijiste que es extraño —pronuncié, curiosa y muy ausente al tema.

—Sé de qué va, solamente no quiero enfrentarlo.

—¿Por qué no? ¿Tan malo es?

—Estar conmigo refiere muchas cosas —desvió su vista y estuvo listo para reanudar su paso, solo que me apresuré a detenerlo lanzando mi pregunta.

—¿Estás diciéndome que ya sabes quién es tu compañera?

Él no me volvió a dar la cara, simplemente avanzó escaleras abajo y cómo íbamos en la misma dirección, aceleré mis pasos siguiendo su trayectoria.

—Soy buena guardando secretos, si quieres puedes deshacerte de ese peso conmigo —propuse con intenciones de que me lo dijera. Él esbozó un intento de sonrisa que transformó esa expresión de rasgos duros—. ¿Quién es? ¿La conozco?

—Prefiero continuar manteniéndola en incógnita, por favor, te pido discreción.

Me lo afirmó. ¡Me lo afirmó! Por alguna razón me emocionó enterarme de que Chase Collins ya conocía la identidad de su tua cantante. ¿Y su compañera, ya sabría de él?

Sonriente, se lo prometí. Al quitar mi vista de él, mantuve mis ojos en los escalones que descendía a su lado y por ese motivo me sorprendí de más cuando al alzar la mirada choqué con la presencia de Hareth en el recibidor del castillo.

Él se precipitó para recibirme, salté en sus brazos desde el último escalón. Hareth me sostuvo con fuerza, lo abracé durante un instante porque él se distanció levemente para darme un corto beso en la boca.

 —Pensé que apenas nos veríamos mañana —murmuré con las manos apoyada en rostro.

—Ese era el plan, pero tuve que venir por ti.

—¿Pasó algo?

Un carraspeo a nuestras espaldas llamó mi atención, observé en esa dirección y vi a Sheldon aproximándose hacia nosotros. Miranda también se encontraba, solo que ella permaneció quieta en su lugar con su característica expresión serena, apacible.

—Ya estamos enterados de la situación —empezó a decir Sheldon—, no me queda más que agradecerte haber aceptado pasar estos días con nosotros. Eres bienvenida cuando quieras, Rouse.

—Muchas gracias a ustedes —dije alternando la vista de él a Miranda.

—Debemos irnos —me avisó por lo bajo Hareth.

—Está bien, deja que vaya por mi maleta.

—Deja que un sirviente se encargue de ello —interrumpió Sheldon y no me permitió objetar puesto que llamó a uno en un chasquido de dedos y le ordenó traerme mi pertenecías.

Los hermanos Collins se reunieron para despedirme, en pocos minutos ya estaba lista para partir y al abandonar el interior del castillo en dirección a la camioneta que aguardaba por Hareth y por mí, quise verlo a él también. Solo que rápidamente me reproché por ello porque estar nuevamente con Hareth significaba contarle sobre Aedus y la reacción de mi novio lo definiría todo.

Al subir al vehículo, este no se movió, se encontraba encendido esperando alguna orden. Un cristal oscuro nos separaba del chofer, estábamos en una zona privada, completamente a solas.

—En estos momentos todos los miembros de El Concejo se encuentran reunidos en su establecimiento de aquí, en Transilvania —me dijo Hareth en tono suave, su expresión extraña no delataba algo bueno—. Grayson me exigió que te llevara con ellos.

—¡¿Qué?! —el subidón de adrenalina me llegó de golpe, mi pulso acelerado advertía también una molestia cargado de resentimiento.

—Grayson solicitó tu presencia, no dio detalles, nada de explicaciones, dijo que si no asistías en la reunión organizada representaría tu postura insurgente. Él evidentemente ya conoce tu identidad.

—No queda de otra que asistir, ¿verdad? Tú has venido por mí, estamos en este coche por dirigirnos en esa reunión, ¿qué puedo decir? Nada.

—No dieron otra alternativa, fui avisado hace apenas una hora, tampoco podía decir o algo al respecto. Cuando el líder de El Concejo habla, es como si el gobernador supremo lo estuviera haciendo, tiene poder sobre todos y esta negación solo delataría más nuestra condición. Ellos ya lo saben, negarlo no es una opción.

—Está bien, lo comprendo. ¿Nos vamos?

—No estés molesta…

—Si estuviera molesta ya lo sabrías, solo quiero terminar esto lo más pronto posible. No sé qué intenten conmigo —él silenció mis labios al ubicar su índice sobre estos, meneó la cabeza sujetándome por un lado de la mandíbula.




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