Con el corazón en la mano y mirándola, desde el gatillo le disparé.
—Maté al amor de mi vida. — dije mentalmente.
Tenía que hacerlo o si no Carla; mi hermana la hubiera matado de una forma dolorosa y yo no quería eso para ella.
Volviendo a casa fui al sótano y al entrar Carla me esperaba con una sonrisa bastante siniestra amarrada en la camilla, tal y como la dejé antes de irme.
—Ya la maté.
Ella soltó una carcajada y dijo: —me hubiese gustado a mi encargarme de ella, siempre te dije que nunca me agradó.
Carla había escapado del psiquiatra hace 1 semana y yo no la llevé porque no quiero que mi hermana este rodeada de medicamentos.
—Ahora te toca a ti. — fue en ese entonces que me di cuenta que de algúna forma se desató. Traté de correr hasta las escaleras pero ella me agarró del pie antes de subir el último escalón haciendo que yo me pegue en la cabeza y me desmaye...
F.S