Cuando el perro desembarcó sintió alivio; las 9 horas de navegación por el golfo se Venezuela fueron para el catastróficas. Las aguas en constante movimiento y el bamboleo de la nave hicieron estragos en él ; vomitó por todo el barco, los marineros molestos por sus inmundicias lo pateaban para que se alejara de ellos; no comió nada porque todos creían que seguiría expulsando lo que entrara a su estómago. Por todo esto al llegar a la isla, donde el barco esperaría mejores vientos, el se dispuso a bajar. Ahí observó un ave extrañamente absorta ante su vista, movido por la rabia y el hambre se le lanzó, pensando que está reaccionaria rápido, como cualquier ave, y se iría volando, pero no pasó así; sin saber cómo, la sujetó por el pescuezo y saboreo su sangre, para su sorpresa los marineros comenzaron a aplaudirlo y el del asombro inicial pasó a la satisfacción por los aplausos