Microcuentos de terror

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Escucho pasos que se acercan. Mi corazón se desboca.

“¡Por fin! ¡Por fin!”, pienso entusiasmado. La esperanza renace. Hasta que escucho que los pasos se alejan en otra dirección.

Quiero gritar. No venían por mí. Continuó encerrado en este maldito ataúd. ¡Enterrado en vida!




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