Microcuentos de terror

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El ruido que lo despertó también lo asustó.

Al cabo logró serenarse: solo era el perro queriendo entrar a la habitación. Sin embargo, gimoteaba, ladraba y rasguñaba la puerta.

El hombre encendió la luz, alarmado de pronto. El perro lloraba y arañaba la madera, desesperado por entrar. Fue entonces que la puerta del baño empezó a abrirse.




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