Microcuentos de terror

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Hacía tres días que no comían ni un bocado. Por eso, cuando a la cuarta mañana su madre le sirvió un oloroso trozo de carne, el niño desconfió de inmediato. Su perrito no aparecía desde la noche anterior.

No probó bocado hasta que vio al animalito jugueteando entre sus piernas sano y salvo. Incluso le dio un trozo de carne.

No se fijó en que su madre cojeaba ni en la venda que rodeaba su muslo.




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