Mi hijo sacó a pasear al perro. Desde el principio sospeché de sus verdaderas intenciones. Pero no le creí capaz.
Cuando volvió, constaté con temor que había tenido razón.
—¿Por qué lo hiciste? —le grité.
—¡Era mi perro! Tenía derecho a disponer de él.
—Pero no tenías que soltarlo. ¿Ahora qué vamos a comer?
#1731 en Terror
#8420 en Thriller
#3316 en Suspenso
fantasmas y presencias, demonios y dolor, muertes; leyendas; suspenso; terror.
Editado: 02.12.2023