Microcuentos de terror

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Frente a su cama había un retrato. Todas las noches un rostro familiar lo vigilaba con ojos recriminatorios desde ese cuadro. Toda la noche sentía los ojos clavados en él, y su sueño se veía cuajado de pesadillas.

Una noche era su padre; otra, su madre; la siguiente, su hermana; su esposa… simplemente aparecían y no se iban hasta la llegada del alba. Pero no quitaba el cuadro ni se mudaba de habitación. Era su justo castigo. Después de todo, él los había matado a todos.




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