Microcuentos de terror

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Al principio no entendía por qué no me dejaban salir de casa. No realizaba visitas, ni las recibía. Mi vida era un continuo deambular por la casa y alguno de mis padres siempre estaba pendiente de mí.

Pero un día, mientras ellos dormían la siesta, me escapé y salí a la calle. Estaba decidido a hacer amigos. Pero nadie me vio y, al volver, mis padres me esperaban con lágrimas en los ojos.




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