Microcuentos de terror

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Por la mañana me enteré del asesinato del joven Fuentes. No me avergüenza admitir que me alegré en mi fuero interior. Del asesino testigos solo sabían que usaba una máscara de hockey.

Cuál no fue mi sorpresa cuando al buscar en mi ropero encontré una máscara similar. Pero lo que me preocupó fue el hecho de que, de la noche anterior, después de la sesión de ouija, no recordaba nada.




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