Microcuentos de terror

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Mamá vino una noche para arroparme y darme un beso en la frente. Se lo conté a papá y noté cómo sus ojos se dilataban de miedo. Así que sonreí y mentí aduciendo que había sido un sueño.

A partir de ese día mamá empezó a venir cada noche. Ya no se lo conté a papá ni a nadie. Tengo solo cuatro añitos, pese a ello comprendí que no es natural que una madre muerta te visite por las noches. Aun cuando solo venga a desearte dulces sueños. 




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