Microcuentos de terror

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Y ahí estaba, muerto por enésima vez. Mi cuerpo tan destrozado como el viejo cacharro que tomé sin pedir permiso del que era mi padre. Al principio siento miedo, luego observo todo con indiferencia, más tarde una sonrisa aletea en mi etéreo rostro. En el fondo creo que era lo que pretendía.

Cuando decidí usurpar el bebé nonato de aquella pareja, lo hice para experimentar la pobreza. De lo que me arrepentí de inmediato. En cambio, miraba cómo el vientre de mi joven y sexy vecina crecía mes a mes. Me pregunto que se sentirá tener por madre a una mujer tan sexy. Pronto lo sabré.




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