Microcuentos de terror

113

Se veía muy hermosa. Las mejillas tersas y los labios pálidos, su cabellera ondulada enmarcando un rostro de luna. Era su mejor amiga y siempre la había amado. Sin embargo, nunca se lo dijo. ¿Quién sabe qué habría pasado de habérselo dicho? Quizá, solo quizá, no habría realizado ese viaje con su nuevo novio del que no volvieron.

Apretó el borde del féretro y sus lágrimas cayeron sobre las mejillas de la joven. Parecía que era ella quien lloraba.

Volvieron sus cuerpos. Pero no sus almas.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.