Yo fui el primero que escuchó aquella risa, infantil, juguetona y burlesca. Me secundó el capitán, y al cabo de un rato, toda la tripulación la percibía con claridad. Todos nos miramos, consternados y atemorizados.
La risa en sí no tenía nada de sobrenatural. Era la risa típica de un niño divirtiéndose a costa de alguien. Pero, en la tripulación no había ningún infante, y estábamos a mitad del mar, a trescientos metros de profundidad.
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fantasmas y presencias, demonios y dolor, muertes; leyendas; suspenso; terror.
Editado: 02.12.2023