Microcuentos de terror

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Tras tres días desaparecido, el alcalde regresó al pueblo. Fue recibido con franca alegría y regocijo, pues era un hombre muy querido. Recibió cálidos abrazos y sinceros apretones de mano. Él agradeció y sonrió, fue escueto en los detalles de su desaparición, y anunció un gran acontecimiento para esa noche, al que todo el mundo debía acudir.

Durante todo ese tiempo quise gritar, advertir al pueblo que ese hombre no era yo, que, aunque miraban mi cuerpo, mi alma había sido expulsada de él.

Quien gobernaba mi cuerpo y saludaba y sonreía en mi nombre era un ser maligno que me había secuestrado hacía tres días.




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