Microcuentos de terror

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Quedé huérfano siendo un niño. Un día salí de casa y, al volver, mis padres no estaban. Se habían marchado. Eso fue lo que concluyó la investigación. Y yo asumí que se habían ido por mi culpa. Nunca fui un buen hijo y a menudo les oía decir que se habían equivocado al tenerme.

Siendo adulto volví al hogar de mi niñez. Entre otras cosas, me puse a escarbar el antiguo pozo, que en mi ausencia se había secado.

Fue cuando supe que no se habían marchado. Estaban ahí, en el único lugar donde no habíamos buscado.




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