Microcuentos de terror

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Los despertó el llanto del niño. La madre hizo ademán de ir a consolarlo, pero el hombre la detuvo y negó con la cabeza. La madre, impotente, obedeció. No deseaba otra cosa que correr y acunar entre sus brazos a su pequeño, consolarlo, susurrarle palabras de amor, pero era algo que jamás podría volver a hacer.

Se marcharon al cabo de un rato, cuando la pareja que había adoptado al huérfano llegó para hacerse cargo.




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