Microcuentos de terror

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La casa era antiquísima y empezaba a caerse a pedazos. Lo cual no dejaba de ser raro, porque hacía diez años, cuando los descendientes de la familia que la edificó aún vivían en ella, la casa se alzaba digna y señorial sobre la colina.

El alcalde decidió demolerla para evitar un peligro mayor. Y vaya sorpresa y horror al encontrar, empotrados en la pared, decenas de cadáveres; algunos eran solo huesos, pero otros aún conservaban girones de piel reseca.

Así se supo que si se mantenía en pie no era por el mantenimiento, si no por los sacrificios que los dueños le hacían.




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