Microcuentos de terror

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Un niño jugaba con sus padres en el parque. Los vi reír y divertirse al tiempo que me asaltaba un profundo sentimiento de pesar, nostalgia y, quizá, envidia.

Limpié mis lágrimas y de pronto lo tenía ante mí.

—No estés triste —me dijo—. Pronto llegará aquello que más anhelas.

Esa misma semana la policía me llamó para comunicarme que mi esposo había muerto en un accidente.

Lloré de felicidad. Por fin había muerto aquel ser despreciable que a base de golpes había mancillado mi dignidad y asesinado a mi hijo nonato.




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