Cuando era adolescente, cierta noche que volvía de una fiesta, una figura encapuchada se cruzó en mi camino y me señaló con un dedo descarnado; dijo:
—¡Morirás en tú cumpleaños número treinta!
Durante mucho tiempo tuve miedo, soñaba con aquella voz gélida y aquel dedo que era solo hueso, pero con el paso del tiempo el recuerdo se diluyó y al cabo terminé por olvidarlo.
Pero hoy, en mi trigésimo cumpleaños, mi esposa me despertó con un grito aterrador. En la pared, escrito con sangre: ¡Hoy es el día!
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fantasmas y presencias, demonios y dolor, muertes; leyendas; suspenso; terror.
Editado: 02.12.2023