Microcuentos de terror

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Cuando era adolescente, cierta noche que volvía de una fiesta, una figura encapuchada se cruzó en mi camino y me señaló con un dedo descarnado; dijo:

—¡Morirás en tú cumpleaños número treinta!

Durante mucho tiempo tuve miedo, soñaba con aquella voz gélida y aquel dedo que era solo hueso, pero con el paso del tiempo el recuerdo se diluyó y al cabo terminé por olvidarlo.

Pero hoy, en mi trigésimo cumpleaños, mi esposa me despertó con un grito aterrador. En la pared, escrito con sangre: ¡Hoy es el día!




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