Microcuentos de terror

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—Amigo, por favor, sácame de aquí, no me gusta estar entre los muertos.

—Pero tú estás muerto —replico.

—Oh, sí, es cierto. De todas maneras, no me gusta.

Cierro la cremallera de la bolsa y salgo del depósito. Los gritos del difunto me persiguen hasta que cierro la puerta. Muy a mi pesar, sufro un escalofrío.

Es una de las cosas que detesto de estar loco. Loco y empleado de una morgue. Loco, porque la otra opción es aceptar que todo es real. Y no lo es ¿verdad?




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