Microcuentos de terror

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El hombre se acercó a la fuente. Estaba harto de la opulencia vacía, de los falsos halagos, de las sonrisas hipócritas, de las ávaras y maquinadoras amistades que entre fuertes apretones de mano pensaban en cómo hacerlo caer.

Girando la moneda entre sus dedos la lanzó a la fuente y deseó un cambio en su vida.

Se fue a dormir, y lo siguiente que vio fue una luz, a la vez que una voz de mujer (jovencita aún) decía: «Bienvenido a mi vida mi querido Balvin Ozuna».




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