Microcuentos de terror

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Caminaba por la margen de un río cuando un movimiento en el agua me sobresaltó. Una mano asomó a la superficie, se aferró a las rocas y se arrastró hasta la orilla. «¡Ayuda!» gimió el hombre al verme.

Pensé que era una especie de náufrago y corrí en su ayuda. Tomé su mano y tiré con fuerza para sacarlo del agua. Entonces lo solté, totalmente conmocionado: lo que saqué del agua no era más que un torso. Tras él, un gigantesco cocodrilo emergió para terminar su trabajo.

Solté un grito y me alejé. No había nada que pudiera hacer. Aquel hombre ya estaba muerto.




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