Microcuentos de terror

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Condené al joven a cadena perpetua. No tuve alternativa, las pruebas eran contundentes. Pero esa noche apenas pude dormir, sus ojos, grises… había en ellos algo inquietante. Me llenaban de desasosiego y tenía la impresión de haberlos visto antes.

A la mañana siguiente desperté con la noticia de que un reo, condenado hacía quince años, había muerto de manera monstruosa. Quedó irreconocible, excepto los ojos, grises.

Y entonces recordé aquellos ojos, los había visto en el periódico el día que condenaron a un bastardo por abusar de su sobrino y otros niños.




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