Siempre fui un chico de frágil salud. Enfermaba a menudo y muchas veces creí que iba a morir de tan atroces dolores de cabeza y pecho que me asaltaban. Solía perder el conocimiento, pero al recuperarlo, mi salud se había restaurado.
Mi madre decía que su amor me devolvía las fuerzas, y así era, lo afirmo con mi último aliento antes de expirar.
Muchos opinan lo contrario, aseguran que la silla eléctrica es un justo castigo.
Verán, resulta que nací enfermo y tendría que haber muerto siendo un bebé, pero llegué a los quince años, gracias a los niños que sacrificó a un dios que nunca nombró en público.
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fantasmas y presencias, demonios y dolor, muertes; leyendas; suspenso; terror.
Editado: 02.12.2023