Microcuentos del corazón, confesiones anónimas

Historia 7: Equinoccio

Mi historia inicia a finales de un verano, sin pensar que podría enamorarme ese día. La conocí porque estábamos juntos en una clase, me miraba secretamente, sentía sus ojos sobre mí. Escuchaba atenta mis comentarios en clase y firmemente creo que eso fue lo que le gusto de mí.

Yo no sabía nada de ella, solo sentía como me ponía atención y me observaba en clases, compartir una clase de arte no nos hacía cercanos pero todo cambió ese día cuando se acercó a mí antes de la clase y entablamos una charla. No fue profunda, pero dio pie a que los días siguientes platicáramos y nos fuéramos conociendo poco a poco.

Yo me comportaba muy tímido, no quería hacerme ilusiones, un día 30, lo recuerdo muy bien ella me dijo que sentía “algo” por mí, fue sutil. Me puse nervioso, muy nervioso, no sabía qué hacer ni que decir, por muchos días había soñado que ella me correspondía, ya le había escrito mas de mil cartas que sabía nunca sería capaz de entregarle. Tomé mi libreta, la abrí a toda prisa y le mostré el poema que había escrito para ella, mas que un poema, era mi declaración de amor. Me sujeto mis manos y muy nerviosos nos dimos nuestro primer beso aquella tarde cálida mientras el verano terminaba.

Paso un otoño de felicidad para nosotros, pero al llegar el invierno se nubló a un gris espeso e incomprensible. El pasado nos acechaba, un amor que tanto la hirió hacia unos años atrás regresó para complicarnos todo. Ella confesó lo que ese reencuentro significo.

Para mi era una traición, de esas que no puedes perdonar por dignidad, por autorespeto, jamás había experimentado tanto dolor del alma como aquel día que me confesaba con detalles lo que había pasado. Me rompió el corazón y destrozó mi alma por completo, pero en el fondo sabía que por mas que no tolerara la infidelidad me iba a morir si ella ya no estaba en mi vida.

Hablamos mucho, nos dijimos algunas verdades que nos lastimaron, estuve a punto de irme aunque ella me rogaba que no lo hiciera, y sus ruegos me parecían muy honestos, pese a todo mi sufrimiento yo  la perdone, y la perdoné de corazón porque la amaba demasiado.

Después de ese trágico invierno, la primavera nos trajo paz a ambos, tratamos de olvidar lo sucedido y hacer un “borrón y cuenta nueva”. Hoy que lo pienso tal vez mi destino era conocerla, conocer el amor, vivir mi propia historia de amor y al final que ella y yo no estuviéramos juntos.

Ella tuvo que mudarse a otra ciudad, yo no quería que se fuera pero no era mi decisión. Se marcho a mil kilómetros, en una tierra lejana y extraña. Sabía que desde lejos no podía cuidarla, amarla, protegerla. La distancia terminó con nuestra relación, con un poco de ayuda de unos nuevos amigos que a mi nunca me terminaron de gustar. La confianza se perdió pero no el amor, pese a todo yo no dejaba de amarla.  Me duele aun saber que todo terminó así, por la distancia, por gente extraña, porque no estábamos listos.

Sigo esperando que una tarde cálida de verano vea su silueta acercarse a mi y regrese por completo a mi vida, intento no pensar en ello muy seguido pero es inevitable. Han pasado dos años y medio y mi corazón no la olvida, no deja de amarla.

Tal vez ella ya formo una familia, su corazón ya esta ocupado por alguien mas y la ciudad extraña ya es su hogar pero yo no quito la esperanza de que regrese a mi lado, mi tarea es esperar su regreso.




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