Luisito era un niño muy caprichoso.
Un día de enero se le antojó una flor de jardín y, como en este mes no hay flores, su mama fue a un comercio y se la compró; le echó unas gotas de perfecto y se la dio.
El niño vio que tenía muy buen olor pero, tan solo eran unos pedazos de papel y tela pintados.
Él, quedó creyendo que la flor era de jardín. Sus sentidos lo engañaron.