Él la esperó tanto tiempo y no le importó, con tal de escapar de su infernal vida. Cuando esperanza arribó al aeropuerto, algo en su interior brilló intensamente. Quería seguir siendo humano y no convertirse en uno de esos monstruos que destruyen con palabras. La soledad, su enemiga, se obsesionó con él haciéndose más fuerte, tanto que no podía liberarse.
¡Pero se equivocó! Esperanza no era suficiente. Al conversar conoció los planes sin su compañía, le dolió; aunque no emitió palabra. Entonces un pensamiento vagó dentro de sí:
—Creo que estoy mejor contigo. ¿Podemos ser amigos y hacer planes juntos?