Creados del polvo, mezclados con agua y al estar compactados, soplaron en la punta de nuestra nariz, aliento de vida. Nos formaron delicadas y fornidas manos que tuvieron cuidado de trazar nuestras curvas sin faltar pieza alguna. “Perfectos”, creados completamente “Perfectos”. Hasta que un día, comenzamos a ser nosotros mismos con nuestras personalidades tan distintas. Creando sin saber, diversos pensamientos y múltiples emociones. Fue entonces, cuando nos desprendimos poco a poco de lo perfecto. La perfección se convirtió en trozos muertos, que empezaron a heder... Nos pudrimos... Regresamos a como éramos al principio… Allá, en el origen… Retornamos al polvo.