—No sé por qué complicas tu existencia, si este no es tu primer triunfo—dijo la abuela, animando a su nieta mientras, sentada en el sofá, ingeriría su café
—¡Abu…! ¿Qué dices? Sabes lo mucho que me costó graduarme y solo me haces pensar en el futuro.
—¡Ah! No has terminado de nacer y ya te estás quejando. Ahora es que te falta camino y nada va a detenerte.
—¿Cómo lo sabes, abuela? Tú no conoces mi destino.
—¡Es verdad! Nadie lo conoce. No obstante, fuiste la primera entre millones de espermas y sin saberlo siquiera, te volviste una triunfadora.